El reo Enrique Javier Castillo Rivas, de 25 años, pereció estrangulado con un mecatillo en el Centro Penitenciario Agroproductivo José Antonio Anzoátegui, en el barrio Puente Ayala de Barcelona.
Pesquisas del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) se trasladaron a la cárcel y abrieron una averiguación sobre la muerte del detenido.
Los restos fueron ingresados, a las 9:15 de la mañana de ayer, en el anfiteatro del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf) de Barcelona.
Castillo estaba preso por supuestamente ultimar de una pedrada en la cabeza a una octogenaria, quien ofreció resistencia cuando le robaba unas bolsas con víveres. El crimen ocurrió el año pasado en la calle 1 de la urbanización Chuparín de Puerto La Cruz.
Debía estar en un sanatorio
En el Senamecf, el mecánico Zeus Castillo declaró a la prensa que su hijo Enrique, quien padecía de esquizofrenia, debía haber estado recluido en un sanatorio, un manicomio, más no en el centro agroproductivo.
“Si a un político que está preso le duele una muela, enseguida le dan casa por cárcel”.
Castillo mencionó que en la mañana de ayer un funcionario del penal lo llamó por teléfono para avisarle que Enrique fue encontrado sin vida. Él era el último de los tres muchachos que tuvo con Carmen Rivas.
Barcelona / Yraida Núñez