Al abordar las unidades de transporte público, los habitantes de la zona norte de Anzoátegui deben estar en alerta máxima porque los malhechores también suben para actuar sobre ruedas a cualquier hora del día.
Cada vez que le toca montarse en un bus, Marcos Dugarte oculta cualquier prenda de valor y todo objeto que pueda llamar la atención de los amigos de lo ajeno, a fin de evitar ser víctima de robos. Recuerda que hace solo tres meses, cuando se desplazaba como pasajero por la avenida Argimiro Gabaldón (antigua Vía Alterna) rumbo a su trabajo, lo despojaron de su teléfono inteligente sin que le sacaran armamento.
“Yo iba sentado en los primeros asientos, y un tipo alto, con gorra, anunció la parada Flotorca; cuando se paró el autobús me arrancó el celular y salió corriendo. En ese momento, yo estaba conectado al Facebook hablando con mi hermano que está en Colombia”, comenta.
Los bolsos colgados en la espalda son blanco fácil para los carteristas que andan al acecho en los autobuses. Así lo corrobora Melvin Guaiqurián a quien le quitaron un cargador de teléfono, auriculares y monedero mientras iba en un colectivo de Boyacá III. “Nadie se atrevió a avisarme en el momento, sino cuando los malandros se bajaron”, expresa con decepción.
Sostiene que siempre había escuchado hablar de los atracos a los pasajeros, pero no le había dado importancia al asunto.
Reconoce que en el transporte público cada quien debe andar con las pilas bien puestas, evaluando el comportamiento del resto de las personas para estar alerta ante cualquier actitud extraña.
“La costumbre de los transportistas es mandar a todo el mundo hacia el final del pasillo para que entre más gente, sin importarles lo apretados que vayan y mucho menos les preocupa si existe el covid o no. En medio de esas aglomeraciones, los ladrones aprovechan para robar al que quieran", asevera Guaiqurian.
Geider Mariño manifiesta que en las unidades de Bus de Tránsito Rápido (BTR) también “hay que estar pendientes de quién se recuesta, porque en medio de los apretones se aprovechan de meter las manos en los bolsillos y sacar lo que consigan”.
Relata que en, aproximadamente, seis meses ha presenciado dos robos dentro de los autobuses . El primero de ellos fue a una mujer y no dijo nada por temor. En la segunda ocasión sí lo comentó a otros usuarios y pudieron entregar al delincuente a la policía.
Añade que también ha escuchado casos de personas a las que les han sustraídos dispositivos móviles de los bolsillos de chaquetas y pantalones.
Milena Pérez / Puerto La Cruz