Migrantes y autoridades de los tres órdenes de Gobierno se enfrentaron el domingo en el norte de México ya que los indocumentados estaban instalados en casas de campaña al bordo del Río Bravo -en el norteño estado de Tijuana-, limité divisorio con Estados Unidos, y fueron desalojados en contra de su voluntad, informó la agencia EFE.
Desde temprana hora, 500 refugiados que vivían en este punto, fueron avisados por autoridades municipales de que deberían de desalojar el lugar y que los llevarían a un albergue donde no sufrieran las inclemencias del tiempo y se les proveería de sus necesidades básicas.
Con una bocina, Luis Dirvin García, de la Coordinación del Centro de Atención Integral para Migrantes, les decía a los migrantes: “Sabemos que estar al bordo del río implica un riesgo y tenemos descensos de temperatura importantes en estos días, vamos a hacer reinstalación en espacios de acogida. Deben de saber que en estos albergues tienen servicios de salud, trabajo”.
Un gran operativo de policías municipales, estatales, Guardia Nacional, Bomberos y la Cruz Roja Mexicana, rodeaban el lugar, en alerta y para exigir que se retiraran del lugar.
Sin embargo, los migrantes, en su mayoría de origen venezolano, no estaban de acuerdo con la disposición, en algunos casos hubo forcejeos entre ellos con los grupos antimotines que los desalojaban. En señal de la inconformidad, quemaron algunas casas de campañas, pero el conflicto no pasó a mayores.
Algunos de los indocumentados comentan que tienen temor de ir a un albergue del Gobierno porque ven la posibilidad de que los deporten a Venezuela.
“Estábamos en la carpa y un señor llegó a avisarnos de que saliéramos, llegó el camión de la basura y empezó a quitar las carpas. Es algo inhumano que nos quieran sacar, no somos enemigos de Estados Unidos ni de México, estamos aquí por una lucha, no por gusto”, declaró Miguel Moya, uno de los migrantes venezolanos.
Añadió que es ilegal que los desalojen a la fuerza y no considera adecuada la forma en la que los trató el Gobierno mexicano para el desalojo. “Es inhumano, esto no se hace, nadie sabe lo que hemos pasado para llegar hasta acá, es inhumano”, dijo entre lágrimas y voz entre cortada Luz Ángela, una refugiada venezolana.
Ciudad de México / Redacción Web