La litiasis vesicular, también conocida como cálculos biliares, es una dolencia que puede afectar a personas de todas las edades, incluyendo a niños y adolescentes. En términos sencillos, es conocida como “piedras” en la vesícula, un pequeño órgano con forma de pera, ubicado en la zona derecha del abdomen, justo debajo del hígado. La vesícula almacena la bilis y, debido a algunas patologías, puede espesarse a tal punto que produce cálculos, compuestos de diferentes sustancias como colesterol, bilirrubina y sales de calcio.
La Dra. Cristina González Comunian, cirujano pediatra y del adolescente, señala que la mayoría de las personas suele pensar que la litiasis vesicular solo sucede en adultos de 40 o 50 años, pero advierte que también puede presentarse en niños de tres años en adelante, así como en adolescentes.
Comenta que, en los niños existen factores de riesgo bien definidos que los predisponen a la litiasis vesicular, entre ellos: algunas enfermedades hematológicas, antecedentes de haber recibido nutrición parenteral, es decir, administrada por vía intravenosa por largo tiempo. “Adicionalmente, estamos viendo un incremento alarmante de obesidad en niños y adolescentes. Esto también es un factor de riesgo que incide en el aumento de casos de formación de cálculos en la vesícula, en menores de edad”, afirma.
Explica González que, anteriormente, los pediatras no solicitaban ecos abdominales de rutina a sus pacientes, a menos que presentaran síntomas de alarma que lo ameritaran. “Como no se suele pensar que existe la litiasis vesicular en pediatría, los padres asumen que el niño tiene parásitos, por ejemplo; y no es hasta que el pediatra solicita el eco que se dan cuenta de la presencia de cálculos”, explica la cirujana pediatra.
De allí que, en la actualidad, se está tomando muy en cuenta la necesidad de hacer controles ecográficos abdominales.” Cuando un niño muestra repetidos cuadros de dolor abdominal sin una causa evidente, hay que solicitar un eco para e valuar la vesícula”, apunta la especialista.
Los síntomas de cálculos biliares en niños y adolescentes pueden variar, pero son básicamente los mismos que en el adulto: dolor en epigastrio o “boca del estómago”; dolor en la parte derecha del abdomen, debajo de las costillas, que se puede irradiar hacia la espalda o hacia el hombro derecho. Además, el paciente puede presentar náuseas, vómitos, fiebre y pérdida de apetito. En algunos casos, los síntomas pueden ser leves o inexistentes.
“El único tratamiento para la eliminación de los cálculos biliares es la cirugía, y lo ideal es hacerlo de manera programada, no esperar a que se presente una emergencia; que la vesícula se inflame o se infecte. Hay que intervenir de inmediato para evitar complicaciones”, recomienda la especialista.
La cirugía para extirpar la vesícula biliar , o colecistectomía, se realiza actualmente mediante laparoscopia, un procedimiento menos invasivo y menos riesgoso que la cirugía abierta tradicional. Ello implica hacer pequeñas incisiones en la pared abdominal. La intervención no es complicada y tiene una tasa de éxito muy alta.
“Con la cirugía laparoscópica la recuperación es muchísimo más rápida y la hospitalización es menor. En el caso de los niños y adolescentes, el paciente puede regresar a sus actividades de colegio en dos semanas y, en un mes y medio a dos meses, puede comenzar a practicar deportes. Una cirugía de vesícula puede tardar entre 30 y 60 minutos”, dice la Dra. González Comunian.
Por lo general, quien refiere al paciente infantil con litiasis vesicular es el pediatra tratante, quien hace toda la evaluación preoperatoria y, el cirujano pediatra realiza los controles postoperatorios. Es el encargado de diagnosticar y evaluar adecuadamente la condición del paciente, determinar el mejor curso del tratamiento y llevar a cabo la cirugía.
Después de la intervención, se recomienda que el niño siga una dieta baja en grasas y alta en fibras durante unas semanas. También es importante que evite las actividades físicas intensas hasta que se haya recuperado completamente.
Como punto importante, González resalta la necesidad de que los padres ayuden a sus hijos a seguir una dieta saludable antes y después de la cirugía, así como a mantener un peso adecuado. Además, deben estar atentos a cualquier síntoma que pueda presentar su hijo, como dolor abdominal intenso o náuseas y vómitos persistentes. Y finalmente, seguir las instrucciones del médico en cuanto a los cuidados postoperatorios y asistir a todas las consultas de seguimiento programadas.
Caracas/Redacción Web