El sector comercial venezolano enfrenta un inicio de año marcado por la parálisis, la incertidumbre cambiaria y una creciente presión fiscal, según advirtió Tiziana Polesel, segunda vicepresidenta de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras).
Polesel describió el primer trimestre de 2024 como preocupantemente lento, con un comercio estancado desde enero y que se agravó en marzo debido al diferencial cambiario, que generó nerviosismo en sectores clave. "El movimiento es mínimo, y esto impacta toda la cadena productiva", señaló.
Uno de los ejemplos más críticos es el sector de la construcción, paralizado desde hace meses. "Su estancamiento arrastra al comercio que lo abastece de insumos. Si otros sectores no se reactivan, nosotros tampoco", explicó.
La carga tributaria emergió como uno de los principales obstáculos. Polesel alertó que los impuestos desmedidos están incentivando la informalidad o el cierre de negocios. "Cuando los tributos no dejan margen para ganancias, la tentación de abandonar la formalidad, o incluso de cerrar, es alta", afirmó.
Criticó además la aplicación de la Ley de Armonización Tributaria, diseñada para unificar tasas municipales dentro de un rango flexible. Sin embargo, la mayoría de las alcaldías fijaron sus impuestos al tope máximo, sin considerar la viabilidad para los contribuyentes. Esto generó incrementos inmanejables, especialmente al comparar con los niveles de 2015-2016, y se sumó a otros gravámenes no regulados, como los sanitarios y los específicos por sector.
Aseguró que a la presión fiscal se agregan los costos de operar en un país con servicios públicos deficientes. "Las empresas deben suplir fallas de electricidad, agua, gas y combustible, pero no pueden trasladar esos gastos a los precios finales por la baja demanda", explicó Polesel.
Nueva Esparta / Mario Guillen Montero