Al “Morocho”, como todo el mundo conoce a José Rafael Bellorín, lo apresaron el 2 de agosto en el Mercado Municipal de Carúpano (estado Sucre), cuando se dedicaba a sus habituales labores comerciales en ese centro de expendio.
Una sobrina que presenció como agentes de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) se llevaban al hombre de 37 años de edad, le avisó a Arlenys Ortega, su pareja, quien dos días después, junto a su familia, pudo verlo en su sitio de detención, específicamente en la base del comando antidrogas de ese organismo de seguridad, situado en el aeropuerto.
Relató Ortega que eso fue el comienzo de un calvario que se prolonga hasta la fecha, porque inmediatamente fue capturado, la salud de Bellorín colapsó. Una subida de tensión severa lo llevó, por primera vez, al hospital Santos Aníbal Dominicci (SAD) donde lo estabilizaron, tras lo cual fue regresado a su sitio de detención.
Sin embargo, contó Ortega, cuando tenía como una semana preso colapsó nuevamente, pues perdió el sentido y convulsionó, por lo que nuevamente fue llevado de urgencia al centro asistencial y quedó recluido en terapia intensiva.
Una especialista de la Unidad de Cuidados Intensivos luchó para lograr estabilizarlo, pero con graves secuelas. Actualmente permanece recluido en el cuarto piso del SAD.
Ortega aseveró que Bellorín, quien es oriundo de Carúpano, padece varias afecciones, entre las cuales se encuentran una trombosis en una pierna, una doble parálisis facial y las continuas subidas de tensión y arritmias, que previamente le habían provocado un infarto y accidente cerebro vascular.
Su estado es de cuidado, porque sufre lagunas mentales, no come, vive en un permanente estrés y tiene continuos episodios hipertensivos.
Ortega, quien es dueña de una estética en el centro de Carúpano, dijo que José Rafael es un hombre dedicado a su familia, con dos hijos, y que como todo el mundo trabaja para dar a su gente lo que necesita, criando pollos, con la venta de carne y otras actividades comerciales.
Señaló que está acusado de resistencia a la autoridad, terrorismo e incitación al odio, lo que le parece desproporcionado, además de considerarlos cargos increíbles, porque lo único que hizo “fue salir a protestar como miles de venezolanos”. Recalcó que no se trata de ningún delincuente.
Indicó que la audiencia de cargos se la hicieron en el hospital y que de los 45 días de averiguaciones ya pasaron dos meses, sin que les den una respuesta de cuál va a ser el destino del joven.
De lo que sí está segura Ortega es de qué si lo llegan a condenar y ordenan su reclusión en una cárcel es seguro que no sobrevivirá.
Bermúdez / Yumelys Díaz
