Venezuela comenzó a experimentar mejoras relativas en sus indicadores económicos al salir oficialmente de la hiperinflación durante el primer trimestre del 2022. Sin embargo, el servicio de salud público es uno de los sectores más alejados de ese proceso de recuperación incipiente que se defiende desde el Gobierno venezolano.
De acuerdo con estadísticas sanitarias de 2021 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instancias, la inversión de Venezuela en el área asistencial es 1,4 % del gasto público. Esto la ubica como una de las más bajas del mundo y la más baja de la región, muy por debajo del Panamá (con 20,1% del gasto) o Uruguay (con 19,8% de su presupuesto), quedando en evidencia que el Ejecutivo nacional no ha tenido entre sus prioridades la mejora de la infraestructura hospitalaria y la situación sanitaria.
Ante esa realidad, el médico especialista, Alejandro Crespo Freytes, explicó que la radiografía del sistema de salud venezolano continúa siendo un ejemplo de fragilidad, aunado a la poca importancia que manifiesta el Estado en cuanto a su atención y mantenimiento.
“Acá no hay una verdadera recuperación en el área. Del total del gasto público, Venezuela es el que menos recursos destina al área de la salud. Eso está ocurriendo en medio de una pandemia que afectó a este sector en todo el mundo”, apuntó el también presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría -capítulo Aragua.
Crespo recordó que no han cesado los cortes eléctricos que también afectan los centros asistenciales, al igual que persisten los problemas con el suministro de agua, tal y como refleja la más reciente Encuesta Nacional de Hospitales.
Ese mismo sondeo refleja que 63,33 % del gasto en salud en Venezuela proviene del bolsillo de cada uno de los venezolanos. “Es decir, que de forma particular se cancelan exámenes de laboratorio, tomografías y cualquier estudio de imagen, ante la ausencia de equipos entre otras carencias”, señaló Crespo.
Sin relevo
Otro de los indicadores de la crisis en el sector salud es la migración de profesionales o la disminución de alumnos en las escuelas de medicina. De acuerdo con el especialista Alejandro Crespo, más de 55 % en los últimos cinco años se han ido del país.
La Universidad de Oriente dejó de tener alumnos para el curso de epidemiología hace seis años. Por su parte, Instituto de Altos Estudios Arnoldo Gabaldón, institución encargada de formar y capacitar profesionales confirma la ausencia de generación de relevo desde hace seis años, y cerca de la mitad de los estados del país no tenía epidemiólogos graduados. “Hay una debilidad muy grande del recurso humano calificado, para dirigir los problemas en salud pública del país”, agregó José Félix Oletta.
El experto agregó que la pandemia ha hecho más estragos, debido a que los pocos recursos programados, debieron dividirse, para centrarse en el combate del Covid, dejando con menos aportes la atención y prevención de otras patologías. Agregó que la situación de desatención ya venía ocurriendo desde hace años, provocando recientemente el resurgimiento de enfermedades que se creían controladas.
“Estamos viendo la reaparición incluso de la fiebre amarilla. En 2021 tuvimos 13 casos, de acuerdo con el reporte epidemiológico de la Organización Panamericana de la Salud”.
El médico y exministro de la salud, Félix Oletta, dijo que las publicaciones oficiales relativas al comportamiento de las enfermedades tropicales o endémicas dejaron de divulgarse desde hace años. Anteriormente, se podía disponer de forma semanal de cualquier tipo de datos epidemiológicos y eso comenzó a cambiar desde 2008.
“Es muy difícil hacer un debido seguimiento, y nos vemos en la tarea de usar fuentes alternas. En ocasiones accedemos a la información que el Gobierno tardíamente ofrece a los organismos internaciones de salud”.
Los datos relativos a las mortalidades infantil y materna, la incidencia de afecciones como la malaria o las enfermedades tropicales como el dengue, dejaron de ser fácilmente accesibles desde 2016. “De ahí en adelante se ha manejado la información epidemiológica como si fuese un secreto de Estado”.
El gobierno nacional tiene que ofrecer información a organismos como Naciones Unidas (ONU), la OMS y a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y es por ello por lo que tardíamente se conocen algunos indicadores. “Nos hemos enterado que la mortalidad materna está muy elevada, en el orden de 150 muertes por cada 100 mil nacidos vivos registrados. Esa es una cifra muy elevada. Casi tres veces más de lo que había hace 25 años atrás. En el caso de la mortalidad infantil también hay un retroceso importante. Alrededor de 25 muertes de cada mil nacimientos”, informó Oletta.
Respecto a la malaria, explicó que el país tenía 2 % de los casos registrados anualmente, pero en los últimos años está en el tope de los países con incidencia de la enfermedad en el continente.
“Desde hace seis años no hay Memoria y Cuenta donde el Ministerio de Salud justifique cómo se invierten los recursos, así como la cantidad de bolívares que se utilizan del presupuesto nacional para invertir en salud”, agrega.
Para Oletta existe una “debilidad extraordinaria” en lo que a vigilancia epidemiológica se refiere. Destacó que estos datos son necesarios para atender los problemas, así como dónde se tienen que hacer inversiones.
Al referirse al dengue dijo que las últimas informaciones oficiales (conocidas a través de la OPS) solamente recogen algunas semanas del 2022 y ahí solo se reflejan escasamente 3 mil 199 casos. “El problema radica en que hay muy pocos casos son confirmados por pruebas de laboratorio y se pueden confundir con otras enfermedades febriles”.
En la década de los 90’, por ejemplo, se conocía el número de viviendas con casos positivos de dengue, se investigaban el número de depósitos de agua en las casas de todo el país, se podían sacar los indicadores aédicos, y con esos datos diseñar las campañas de control de vectores.
Según los especialistas consultados por El Tiempo, actualmente la nación tiene la cobertura más baja de vacunación en los últimos 30 años. Aunque todo el continente disminuyó las inmunizaciones de otras enfermedades por la pandemia, en el caso venezolano que ya venía experimentando bajas, la situación trae mayores consecuencias negativas.
“En 2020, que es lo último reportado, el Estado venezolano solo pagó 25 % de las vacunas. Eso es en este milenio la inversión más baja. En el pasado nuestro país invertía entre 36 y 50 millones de dólares en vacunas, pero en 2020 invirtió alrededor de 10 millones, siendo la última estadística que tenemos al respecto”, agrega Crespo.
Oletta manifestó que enfermedades como polio, sarampión, rubéola, parotiditis, difteria reaparecieron en Venezuela porque se abandonaron los programas de vacunación.
Según los reportes, la difteria volvió a reportarse en el país en 2016, y en 2017 el sarampión. Asimismo, la OPS indicó que Venezuela ocupa los últimos lugares en la cobertura de inmunización contra estas dos enfermedades en el continente.
“Desde hace cinco años, Venezuela no cancela lo que se debe de vacunas compradas al sistema de Fondo Rotatorio de la OPS. La deuda hace dos años sumaba 11 millones de dólares”.
Venezuela empezó a depender de donaciones de otros países en esta materia para el control de todas estas enfermedades. Las donaciones se procesan a través de Unicef y la OPS.
“Vamos a cumplir cinco años sin vacunación de rotavirus que es la causa número uno de diarrea en menores de un año, y que contribuye a la mortalidad de esa población”.
Crespo destacó que, si bien no existe reporte oficial, las sociedades científicas han alertado sobre el aumento alarmante de casos de VPH, cáncer de cuello uterino, y cáncer de pene en los hombres. “Todo ello se puede prevenir con la vacuna del VPH, que, si bien está aprobada para su uso en el país, no se aplica en los establecimientos públicos de salud”, dijo.
Los datos provenientes de organismos internacionales revelan que la inversión de Venezuela para tuberculosis, VIH y malaria es la más baja del mundo, esto es, alrededor de 0,3 dólares por caso.
“Organizaciones como el fondo mundial de malaria, tuberculosis y VIH-Sida se dan cuenta del problema y Venezuela se convierte en receptor de fondos de donación de esta organización. Estos fondos por el orden de los 19 millones de dólares se van a aplicar entre 2022 y 2023, sin que el Estado venezolano haga algún aporte”, advierte Oletta.
En el caso de VIH-Sida son cuatro años que los grupos de defensores de las ONG reclaman la ausencia de tratamientos en algunos estados y la dependencia de las donaciones de organismos internacionales.
Para la tuberculosis no existe la capacidad de diagnóstico con técnicas modernas basadas en pruebas moleculares. Incluso, no se cuenta con personal calificado que se ocupe de los programas y que puedan atender los casos que se están presentando cada vez con mayor frecuencia.
“Mientras haya hambre, la tuberculosis es la sombra de la miseria. Si tenemos un país con hambre, mal alimentado, a pesar de la burbuja de recuperación, el número de personas con tuberculosis aumenta. Si usted tiene un sistema de salud, débil, frágil, insuficiente, y que no hace diagnóstico, la tuberculosis se acompaña de complicaciones más graves y de muerte”, alertó.
Los expertos aseguran que Venezuela es catalogada hoy como uno de los países con más debilidad para atender una situación de emergencia. Un estudio del Centro Johns Hopkins para la Salud Humanitaria donde hizo una evaluación de la situación sanitaria del país en 2019, ubicando a Venezuela en la posición 176 de 190 países.
Al repetirse el estudio dos años después, la capacidad de respuesta del país hacia una emergencia de salud se había deteriorado aún más, cayendo siete puestos.
Oletta agrega que esta situación profundiza las debilidades existentes.
“Eso tiene una justificación, unas causas, que están determinadas por la situación de crisis humanitaria compleja, donde el país tiene por lo menos cinco o seis años transitando, y donde no hay básicamente información o estadísticas oficiales donde se puedan establecer comparaciones. No hay esa disponibilidad”, finaliza Oletta.
Caracas / Rafael Arias