La cineasta Sasha Joelle Achilli hizo un documental sobre ébola y ahora otro sobre coronavirus. ¿Cuál de los virus le asusta más? La respuesta es fácil.
“Lo aterrador del COVID-19 es que está por todas partes, y uno sencillamente no lo sabe”, dijo. “Es transportado por aire y parece mucho más fácil de contraerse. Así que es más aterrador, definitivamente”.
La película de Achilli, “Inside Italy’s COVID War”, se transmitirá en el programa “Frontline” el martes a las 10 de la noche (hora del este) en la mayoría de las estaciones de PBS. Aunque el material presenta la crisis a través de los ojos de una doctora en una sala de emergencias del Hospital Cremona en el norte de Italia, la historia es universal.
La escena en Cremona, donde la doctora Francesca Mangiatordi llama a varios proveedores de servicios médicos suplicando por camas vacías para colocar a pacientes de coronavirus que atestan su sala de emergencias, pudo haber ocurrido en cualquier hospital que haya sido azotado por la pandemia.
Achilli pasó cuatro meses en África realizando la película de 2015 “Outbreak” para PBS. No es que el ébola no haya sido alarmante -uno tiene más probabilidades de sufrir una muerte muy fea si se contagia- pero es más fácil protegerse de eso que del coronavirus, señaló.
Como se trataba de Italia y su padre aún vive ahí, la historia del coronavirus también era más personal para ella.
Conseguir a Mangiatordi fue un golpe de suerte. Una foto que la doctora tomó de un colega exhausto circuló ampliamente por internet, y Achilli la contactó incluso antes de viajar a Italia. La colaboración de Mangiatordi, y de sus colegas y familiares, le permitió a “Frontline” contar una historia más amplia a través de un lente personal.
“Tiene una cualidad especial: la intimidad que ella pudo lograr y la confianza”, dijo Raney Aronson-Rath, productora ejecutiva de “Frontline”. “Ese tipo de confianza usualmente toma mucho tiempo de lograr, pero Sasha fue capaz de construirla muy rápidamente”.
Imágenes
La cámara de Achilli captura a una mujer de 30 años, sentada sola en una silla de ruedas y llamando a su esposo para decirle que la radiografía de sus pulmones no lucía nada bien.
“Es como una pesadilla”, señala la mujer.
Más dolorosa es la historia de un joven de 18 años llamado Mattia. Atemorizado de morir, se sentía demasiado abrumado como para aceptar una videollamada de su madre antes de ser entubado. Las enfermeras pensaban que no sobreviviría. Más tarde, tras su recuperación, puede verse una emotiva escena de su reunión con su mamá.
En un momento, Mangiatordi mira preocupada un itinerario de trabajo y se pregunta si habrá suficientes médicos para llenar todos los turnos, porque muchos han enfermado. Entre ellos está la doctora Laura Bocchi, que dice “Soy una paciente y desafortunadamente poseo conocimientos médicos”, mientras se encuentra aislada de su familia.
A pesar de todo, el personal médico vive una montaña rusa de emociones que se torna brevemente eufórica cuando el número de casos baja antes de dispararse de nuevo.
Después de días de trabajo pesado, Mangiatordi vuelve a casa con su familia, que literalmente no puede tocarla. Su esposo está orgulloso y aterrado a la vez, su hija de 11 años llora ante la idea de una vida sin su mamá. “No sabríamos cómo hacer nada”, dice.
“Algunos de los momentos con su familia son los que nunca olvidaré”, indicó Aronson-Rath. “No queríamos hacer una película de felicitación sobre doctores sino lo que emergió como un retrato heroico de gente tratando de salvar a otras personas”.
“Frontline” tiene otros proyectos sobre el coronavirus en producción, incluyendo un documental para el 16 de junio que indaga qué falló en la respuesta a la pandemia y otros sobre la caída financiera y las teorías conspiratorias.
Aunque el padre de Achilli vivía a una hora de donde estaba filmando, la documentalista no podía verlo. Además de asegurarse de que ella y una persona asociada al proyecto estuvieran completamente protegidas durante la filmación, estaba la preocupación adicional de poder transmitir el virus ellas mismas sin saberlo.
Ver la película le produce una profunda sensación premonitoria. Puramente por casualidad, dice Achilli, los personajes en los que se enfocó tuvieron todos buenos resultados.
“Espero que le dé fuerza a la gente, que vean que si van a contraer el virus, hay esperanzas”, comentó. “Creo que necesitamos fuerza en estos momentos. Todos estamos viviendo esta cuarentena; no estamos viendo lo que realmente está pasando”.
En cuarentena
Achilli terminó su película mientras cumplía su propio confinamiento en Londres. Reconoce que la gente se está poniendo ansiosa y quiere salir de sus casas y recuperar algo de normalidad en su vida. Esa gente debería ver su película.
“Tras haber visto lo que le sucedió al sistema de salud, tras haber visto lo que pasaron los médicos, pienso que el confinamiento y estas medidas draconianas son la única manera de que esto esté bajo control”, indicó Achilli.
“Entiendo que nuestra libertad ha sido arrebatada, que no estamos acostumbrados a vivir así y que no estamos acostumbrados a que los gobiernos nos digan qué podemos y qué no podemos hacer”, señaló. “Pero cuando uno ve lo que ellos están pasando, por su propio bien, quédense en casa”.
Nueva York / David Bauder / AP