La llamada oposición democrática encara nuevos retos tras el cierre de postulaciones de los candidatos para las elecciones presidenciales del 28 de julio, y la imposibilidad de inscribir a la académica Corina Yoris como abanderada en reemplazo de María Corina Machado, ganadora de las primarias de 2023.
Aunque, en medio de una prórroga sobrevenida del Consejo Nacional Electoral (CNE), la Plataforma Unitaria inscribió al diplomático Edmundo González Urrutia como «candidato tapa», la posibilidad de que haya comicios competitivos está en entredicho.
El politólogo Pablo Quintero expresa que el gran desafío, tarea y reto de la oposición en este momento es que toda la Plataforma Unitaria apoye una candidatura inscrita con opciones reales de participación. Subraya que la misión es encomendarse a la unidad y apoyar a un solo candidato.
«Se requiere que esta candidatura tenga un partido grande, estructura en todo el país, que sea una candidatura conocida, que la opinión pública nacional e internacional tenga el conocimiento de quien es esa persona y que tenga opciones reales de competir. La oposición extrema, radical, debe apoyar esa candidatura, solo es esta alternativa, no hay un abanico de opciones», indica.
Quintero insiste en que las presidenciales no serán competitivas y se desarrollan en medio de un contexto hostil, en el que «las posibilidades de éxito son muy bajas».
Destaca que, con el número de candidatos inscritos, 12 aparte de Nicolás Maduro, está la amenaza de la dispersión del voto.
«Pero, por otro lado, también está la abstención y la posibilidad de que la gente termine votando por otro candidato que no sea el de la Plataforma Unitaria», señala.
De su lado, Daniel Varnagy, doctor en ciencias políticas, subraya que no hay una oposición sino un conjunto de diminutas oposiciones y de pequeños liderazgos después de las elecciones primarias realizadas en octubre de 2023.
A su juicio, esos comicios enviaron dos mensajes. Por una parte, «la elección de una candidata legítima que representa la sociedad civil para las elecciones presidenciales del 2024, y la selección de un nuevo liderazgo que, en principio, y a raíz del resultado de dichas primarias, dejaba de lado liderazgos fracasados, senectos y arcaicos. Esta líder que para ese momento también era la candidata presidencial, representaba el ideal de la unificación de esas múltiples oposiciones».
Para Varnagy, el reto debería consistir en la declinación de micro candidaturas, a favor de la resultante de esas elecciones primarias, quien designó a su reemplazo dada la imposibilidad de postularse por la inhabilitación política de 15 años. Cree que, de esa forma, no habría manera de no proseguir con una elección que, al menos por parte de la oposición, sería legítima.
Agrega que los candidatos “no pro gubernamentales” inscritos no han hecho una mínima mención ni a María Corina Machado, ni a Corina Yoris. Esto con excepción de Manuel Rosales, gobernador del estado Zulia y candidato por Un Nuevo Tiempo (UNT).
Por otra parte, Pablo Quintero sostiene que María Corina Machado no tiene posibilidad de cumplir su objetivo político.
«María Corina Machado debería estar planteando su apoyo a Manuel Rosales. Y en caso de que no lo apoye, asumir las consecuencias de su derrota política al no concretar lo que le prometió a la gente que fue llegar hasta el final», asevera el politólogo.
Admite, sin embargo, que no es un escenario ideal y podría decirse que hasta ingrato con Machado, especialmente porque fue electa candidata de la Plataforma Unitaria con 92 % de los votos.
En este punto, de acuerdo con Quintero, la mayoría de los partidos de la oposición que hacen vida en la alianza están desestimando a las primarias: «Incluso aliados de María Corina Machado ya han migrado hacia Manuel Rosales, a pesar de que públicamente no han dicho nada, pero las apariciones en los mítines de Rosales evidencian que hay un apoyo allí».
Asimismo, el doctor Varnagy asevera que los desafíos de la dirigente Machado pasan «por diseñar -aunque no la publicite- una estrategia creíble para lograr que ella o su partido político, o su candidata designada participen en la elección. Si eso no llegara ocurrir, por un lado, se diluyen las esperanzas de cambio por la vía de las elecciones; pero también se diluiría su liderazgo ganado a pulso así como sus propuestas de cambio».
Es partidario de que, una vez cerrada la posibilidad real de participar en una elección por la vía de un candidato designado, «María Corina Machado debe volver a asumir la unificación de la dualidad líder-candidato, desestimando cualquier designación realizada hasta ese momento».
No obstante, el investigador señala que la situación actual de la oposición puede definirse como «un juego trancado».
«Tanto si fuera el caso de que Manuel Rosales es el ‘competidor ideal’ para el oficialismo, como si en realidad fuera independiente, su deseo de participación en esta elección va mucho más allá de cualquier posibilidad de ceder su tarjeta a una opción de oposición verdaderamente creíble. Por otra parte, Maria Corina Machado sigue siendo leal a su propio discurso de orden ético, y a pesar de su capacidad e inteligencia política y estratégica, se enfrenta a un sistema hegemónico con 25 años de experiencia en el poder», asevera Daniel Varnagy.
El 3 de abril, Rosales, gobernador del Zulia y postulado para las presidenciales por Un Nuevo Tiempo (UNT) , Movimiento por Venezuela y Fuerza Vecinal, ratificó: «Se los digo frente al país: les pongo las dos tarjetas que salvamos con mi candidatura con un lacito en la mesa. Vean a ver qué van a hacer con ello. Les pongo ahí la candidatura y las dos tarjetas, vean qué van a hacer, porque esto no es un problema de Manuel Rosales, yo estoy muy tranquilo en el Zulia, me siento cómodo en el Zulia».
Dos días después, el 5 de abril, María Corina Machado puntualizó que el debate no se circunscribe a una postulación presidencial: «Creer que esto se resuelve o se limita a una candidatura es no entender nada. Estamos dando una lucha existencial, y los venezolanos entendemos que esto se basa en las confianza. La confianza no se puede regalar aunque le pongas lacitos. La confianza se construye, se gana con la palabra».
A juicio de la dirigente, todavía hay tiempo para asumir decisiones en torno a la candidatura unitaria de la oposición. En este aspecto, Machado reiteró que debe honrarse «el mandato» de las elecciones primarias. «Exigimos que se respeten nuestros derechos y por eso mantenemos la candidata de la Unidad que, si no permitan que yo me inscriba, es Corina Yoris», expresó.
Asimismo, María Corina Machado increpó: «¿Vamos el 28 de julio para ganar o ya derrotados? Nosotros no aceptamos la sumisión».
Para Pablo Quintero, el sentimiento de desesperanza no está instalado en este momento dentro del sector del país que tiene el deseo de cambio. Sin embargo, acota, pudiera afianzarse luego de las elecciones presidenciales, en caso de que gane Nicolás Maduro, pero dice que no es un sentimiento generalizado.
Cree que lo que ocurre actualmente es una desatención porque los ciudadanos están ocupados en los asuntos de su cotidianidad y la gente siente que la política no le es útil.
«Pero, la gente terminará votando si la oposición genera una movilización, una campaña en el poco tiempo que le queda que impulse las emociones de la gente y genere simpatías de alguna manera, pero considero que los números de abstención están propensos a crecer porque toda la oposición está proyectada en una imagen de tristeza, de confusión, de molestia y desencanto que no inspira, no motiva», argumenta.
Añade que una cosa es el voto militante y otro el voto espontáneo. Este último, señala, es «al día de hoy casi que polvo cósmico y el chavismo está contraprogramando a la oposición».
Caracas / TalCual
