Uno de los efectos colaterales del afianzamiento de la dolarización en el país durante el 2021, fue el haber diluido el impacto que tenían los Bonos de la Patria en los sectores más desprotegidos del país.
A finales de 2020, las bonificaciones entregadas por el Gobierno parecían tener cada vez más peso en el ingreso de las familias de estratos pobres. Aunque los bonos, junto con los salarios, no cubrían más de 19% del costo en divisas de la canasta alimentaria familiar, que se ubicaba cerca de los $300, un sector de la población mantenía sus expectativas en torno al incremento de la ayuda social.
En la actualidad, sin embargo, la situación se ha hecho más precaria, debido a diversos factores, entre ellos, la desintegración del poder adquisitivo de los salarios en bolívares –la inflación acumulada de enero a noviembre fue de 616,9%, según el observatorio Venezolano de Finanzas (OVF)–. A esto se suma un nuevo fenómeno: el aumento del precio de los productos en dólares. Según tres organismos de medición (Cendas-FVM, el OVF y el Cendas), el costo en divisas de la canasta alimentaria subió más de 35% entre enero y octubre de 2021.
En medio de este contexto, es muy poco lo que pueden hacer los Bonos de la Patria. Al evaluar su equivalencia en dólares, se observa que su valor actual se ha reducido en comparación con las asignaciones del último cuatrimestre del año pasado.
Una de las recientes asignaciones entregadas por el Gobierno fue el Bono Paz, Amor y Prosperidad –su desembolso comenzó el 3 de diciembre–, y que equivale a $2,52. El año pasado, el Ejecutivo entregó, cerca de esta misma fecha, el Bono Navidades Felices y Seguras –depositado entre el 2 al 11 de diciembre de 2020–, por Bs 4,68 que, al tipo de cambio del momento, significaban $4,5. De esta forma, el actual monto del bono es 44% menor, en comparación con la moneda extranjera, al entregado el año pasado.
De enero a noviembre, el Ejecutivo otorgó 221 bonos, contados mensualmente por tipo de beneficio y sector social que los recibe. Se prevé que para finales de diciembre la cifra ascienda a 241.
Los bonos manejados por el Sistema Patria se pueden clasificar en tres grupos: en primer lugar están los especiales, que se identifican generalmente de acuerdo a fechas patrias o hechos significativos, y habitualmente se otorgan a razón de dos por mes –de estos, se han hecho efectivos 27 hasta la primera semana de diciembre–.
Existen otras 12 bonificaciones permanentes que se otorgan de manera mensual, englobadas en Programas de Protección Social, como Hogares de la Patria, Parto Humanizado, Lactancia Materna, José Gregorio Hernández, 100% Amor Mayor, Chamba Juvenil, Economía Familiar y 100% Escolaridad, entre otros.
En tercer lugar, fueron creados siete bonos que se asignan para distintos sectores laborales y profesionales. El listado incluye: el Bono Simón Rodríguez –para docentes–; Bono Protectores de la Salud –para trabajadores del sector asistencial–; Bono Máxima Eficiencia (empleados de la administración pública) y Bono Negro Primero (para funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado), entre otros.
En este caso, el último monto –otorgado en diciembre y noviembre para personal activo– se ubicó en Bs 15,40, es decir, $3,2. La cifra en bolívares sigue siendo la misma que se entregaba durante el primer cuatrimestre del año. En mayo, estos bonos equivalían a $5,6; por ello, en referencia a lo entregado bajo esta modalidad de aporte, los trabajadores han visto reducido su poder de compra en $2,35.
A la pérdida del poder de compra en dólares de los Bonos de la Patria –por no haberse aumentado los montos en bolívares a lo largo de los meses–, se le agrega otro factor de desmejora y es la entrega desigual de los mismos. No a todas las personas que están afiliadas al Sistema Patria o poseen el carnet, les llegan constantemente las asignaciones, según han señalado especialistas.
La merma en el impacto de la distribución masiva de la ayuda gubernamental tiene que ver, según los expertos, con una estrategia del Gobierno para disminuir el Gasto Público.
Esta reducción del gasto, junto a la quema de reservas internacionales para inyectar divisas a la banca nacional, tiene como fin último mantener a raya la cotización del dólar en el país, ya que al haber menos circulante la demanda se frena y con ella el precio de divisas y productos.
Se trata de una estrategia que, hasta la fecha, ha resultado efectiva. Las previsiones para fin de año apuntaban a un precio del dólar de Bs 12 y hasta de Bs 17; sin embargo, actualmente se encuentra en Bs 4,76.
El economista senior y jefe del equipo de investigación de la consultora Ecoanalítica, Luis Arturo Bárcenas, explicó a El Tiempo que las intervenciones cambiarias del Banco Central de Venezuela (BCV) vendiendo divisas a la banca, en combinación con un gasto público que se ha “restringido a lo mínimo”, sobre todo en el último año, hacen que se frene el crecimiento del tipo de cambio y, “en consecuencia, el alza de los precios en bolívares”.
La disminución del gasto no sólo se observa en el desembolso de bonos, sino en la ausencia de aumentos de salario mínimo –el último ajuste se realizó en mayo de este año, llevándolo a Bs 7 millones (Bs 7 actuales)–. En aquel momento, el ingreso básico equivalía a $2,5, pero en la actualidad, el poder de compra que representa es de $1,47.
La reducción de desembolsos se ha extendido a otros beneficios sociales. Por ejemplo, en este 2021 no se observó el ingente gasto del Ejecutivo en compra y distribución de perniles, tan característica de la época navideña de años anteriores.
Precisa Bárcenas que si bien no hay cifras fiscales oficiales que permitan decir que hay en efecto una desaceleración del gasto, “sí se ve, a través del impacto monetario de las operaciones del sector público, que están reflejadas en la base monetaria”.
“Esta base no es más que el resultado del dinero de todas las acciones que hace el fisco con la banca y el BCV. Pasó de crecer 2 dígitos cada semana a principios de 2020 a desacelerarse a 1 dígito en 2021; e incluso desde septiembre, hemos visto semanas donde recurrentemente ese saldo ha caído”.
“Eso indica que el Gobierno ha disminuido sus gastos al mínimo, y en esa acción no ha realizado ajustes en el salario mínimo que reciben sus empleados y probablemente reduciendo los gastos que realiza en el contexto de la cuarentena; sumando para que la cantidad de bolívares de la economía se reduzca”, agrega.
Bárcenas apunta que incluso este fue un año electoral atípico, durante el cual no se observaron los habituales desembolsos de otros procesos comiciales. “Esta campaña no estuvo marcada por los operativos de entrega de alimentos, o transferencias directas a través de los Bonos de la Patria”.
El Banco Central de Venezuela (BCV) reveló que para la semana del 05 de noviembre, tanto la base como la liquidez monetaria (en bolívares) se contrajeron pese a la proximidad de las elecciones.
El economista cree que probablemente el Ejecutivo, en el contexto de las navidades, pague bonificaciones extraordinarias, pero ciertamente se marcará una diferencia sustancial con respecto a años anteriores.
“El Gobierno sabe muy bien que en la medida en que incremente su gasto en bolívares puede atentar contra su propio objetivo antiinflacionario. Entonces, lo que busca es que, ante la falta de recursos en bolívares, estos sean sustituidos por los dólares que inyecta a través de la banca”, acotó Bárcenas.
Los expertos apuntan un aspecto adicional en el rompecabezas de la economía nacional que ha llevado a reducir el gasto en bolívares –frenando mayores desembolsos de bonos y ajustes salariales–, y es la intención expresa y abierta de exacerbar la dolarización.
El economista y profesor universitario Giorgio Cunto indica que existe una tendencia marcada hacia el reemplazo del bolívar.
En la economía circulan un poco más de 2 mil 500 millones de dólares, mientras que en bolívares sólo hay en circulación unos 800 millones de dólares en su equivalente.
“Los dólares en efectivo son cuatro o más, que el valor de toda la liquidez en bolívares. Es decir, en términos de valor los dólares son más abundantes que los bolívares. Esta es una dinámica que difícilmente puede revertirse”.
La reciente reconversión de octubre difícilmente haya contribuido en algo a salvar la desaparición de los bolívares en efectivo. “El BCV no tiene capacidad logística ni financiera para mantener una dotación constante de efectivo. Por ello, nace la denominación del bolívar digital. Más que una nueva moneda es más bien una denominación retórica para referirnos a ese ecosistema electrónico que ha estado reinando en los últimos años”.
“Nuestro país vive una dolarización parcial, no es la que está desarrollada a nivel de Ecuador, El Salvador o Panamá, pero no es ajeno en América Latina que la dolarización parcial de depósitos o transacciones ha estado muy arraigada y es muy difícil de revertir”.
Aseguró que la política de contención del tipo de cambio, que prácticamente evaporó el crédito, sigue sin dar mucha tregua.
“La recuperación del bolívar solamente va a ocurrir cuando los agentes económicos piensen que vale la pena ahorrar en ese signo monetario”.
De cualquier modo, la “desmonetización del bolívar”, una estrategia que “permite” pagos de la denominación nacional en un entorno multimoneda, parece haber liquidado, por el momento, las medidas más populistas de proliferación descontrolada de bonos y otros beneficios.
Caracas / Rodolfo Baptista