Los comerciantes de sectores no priorizados se han visto en la necesidad de incumplir el decreto de cuarentena radical, a fin de sostener su nivel de ventas durante los días que deberían estar cerrados, como parte del esquema 7+7 que implementó el gobierno nacional para reducir los contagios por coronavirus en el país.
En la capital anzoatiguense y en la ciudad porteña, los establecimientos considerados como no esenciales trabajan con las santamarías a medio abrir, incluso bajo la mirada de los agentes policiales que vigilan esas zonas.
En el bulevar 5 de Julio de Barcelona ya se volvió común que zapaterías y tiendas de ropa agreguen unos estantes de comida en las entradas. De esta forma justifican su funcionamiento en semanas de cuarentena, aun cuando hay días y horarios en los que deben cerrar por la presión policial.
Henry Matute, empleado de una tienda de accesorios electrónicos, comentó que no siempre les permiten abrir con “tranquilidad”, ante lo cual turnan a los trabajadores para que se queden en la parte de afuera atrayendo clientes y vigilando para cuando se acerque la policía.
“En eso la pasamos como hasta las 11 de la mañana. En la tarde es más relajado porque los funcionarios se van y podemos abrir las puertas con seguridad”, acotó.
En reiteradas oportunidades el gremio comercial ha insistido en que se deben eliminar las restricciones, respetando las medidas de bioseguridad, para evitar la quiebra de más comercios. Sin embargo, esa petición no se ha aprobado y los días de cuarentena solo tienen libertad para funcionar los negocios de alimentos y de la salud.
Puerto La Cruz / Milena Pérez