En cualquier tipo de gesta, la participación de las mujeres, a pesar de haber sido de suprema importancia, tiene dificultades en ser reconocida.
Normalmente, respecto de actos excepcionales, nuestra mente nos lleva a tiempos lejanos. Sin embargo, para el caso venezolano, hay ejemplos mucho más cercanos de gestos emblemáticos de humanidad, defensa de la familia y de la democracia, realizados por mujeres, los cuales han pasado desapercibidos en parte por desinterés de algunos o por intencionalidad expresa de otros.
El pasado miércoles 5 de agosto, falleció en Caracas por causas naturales, doña Blanca Rodríguez de Pérez, quien fuere esposa del dos veces presidente del país Carlos Andrés Pérez. No hará esta barra una relación de su gestión en la Fundación del Niño o Bandesir —que ambas dirigió con acierto—. Me referiré a un hecho puntual que retrata su altura como mujer, como madre pero sobre todo como persona leal a la democracia.
El 4 de febrero del 92, ese malhadado dia en el cual militares comandados por el señor Chávez y otros tenientes coroneles —ultrajando su juramento— pretendieron acabar con la democracia venezolana, la caraqueña vivienda presidencial -La Casona- fue atacada a tiro limpio. A plomo cerrado.
Quienes lo hacían estaban en pleno conocimiento que el Presidente Pérez no estaba en ella y a pesar de eso, insistieron en su infamia, a sabiendas que dentro de la casa presidencial se encontraba la esposa del presidente, su hermana, una hija y nietos.
Mientras tiros, bombas y granadas eran lanzadas contra la residencia presidencial, el militar encargado de la custodia de la familia Pérez-Rodríguez, urgía a Doña Blanca a salir de la vivienda o rendirse, a lo cual ella siempre se opuso, coadyuvando con gestos en la defensa de la plaza, en tanto organizó lo conducente para que se atendieran las heridas de los soldados que de ambos bandos, resultaron afectados por la intentona, en gesto que le honra como mujer venezolana.
Los traidores ese día y en ese lugar fueron derrotados. En ese instante, Doña Blanca se convirtió en una extraordinaria referencia, pues ante el ataque felón de los alzados, defendió y con éxito todo lo que tenía, su familia y la casa presidencial -como espejo del país-, mostrándose a la vez humanitaria con el adversario.
Muere Blanca Rodríguez de Pérez en un momento en el cual los venezolanos nos debatimos en la manera de enfrentar a los sucesores del 4F que hoy ocupan Miraflores y otras instancias de poder, más seguro estoy que, tal como ella y quienes le acompañaron lo hicieron, los venceremos y recuperaremos el país.
Descanse en paz Doña Blanca.
Desde Bogotá/ Gonzalo Oliveros