A las 3:24 de la tarde del miércoles 9 de julio de 1997, la historia reciente del estado Sucre sumó uno de sus hitos más trágicos: el terremoto de Cariaco. Con una magnitud de la entonces escala de Richter de 6,9 grados y una profundidad de 9,4 kilómetros, el sismo cobró la vida de 74 seres humanos, dejó unos 7 mil damnificados y todavía hace llorar a quienes recuerdan esas amargas horas.
Carlos Velásquez, coordinador de Protección Civil (PC) en Bermúdez y voluntario desde el primer momento, cree que 28 años después del evento sísmico, la enseñanza a resaltar es haber aceptado, desde la sociedad sucrense, la realidad sísmica de la entidad.
“Los sucrenses estamos conscientes de que estamos asentados sobre la falla de El Pilar, la más activa del país, y en ese sentido, aceptamos los llamados que se hacen a participar en cursos, talleres, foros, orientaciones, prácticas, simulacros, cualquier tipo de actividad relacionada con la materia”.
Considera que lo más difícil, es controlar, a quienes desde las redes sociales, viven para incentivar el caos, confusión y controversia y reseñó que debió eliminar un grupo con 500 participantes, porque uno de ellos cargó un video distorsionado de la fosa de Cariaco.
“Ese es el lado negativo: la confusión, debido a la proliferación de información falsa en las redes sociales, pero lo positivo es que la gente ha aceptado la realidad sísmica del estado y que participa activamente”.
Desde la perspectiva de su función en PC, Velásquez destacó el trabajo en equipo. “De manera organizada en el sistema de comando de incidentes, que se trata de atender un evento con la menor cantidad de recursos, de personas, pero en el menor tiempo, con la mayor eficacia y eficiencia”.
Llamó a la formación para atender este tipo de situaciones y a diario, dijo, lo hacen trabajando muy duro en esa tarea.
Miguel Vásquez era el alcalde de Cariaco cuando ocurrió el terremoto. Su labor fue evaluada desde todo el país, porque se convirtió en la cara visible de una zona de desastre, con casas caídas, tres escuelas colapsadas y la mayor carga luctuosa.
Fue en la capital de Ribero donde se concentraron los muertos, en las unidades educativas Raymundo Martínez Centeno, liceo que se cayó completo y el Etanislao Rendón, donde la muerte de la maestra Madeleidis Guzmán, salvando a tres estudiantes, se convirtió en un símbolo del heroísmo, que no se olvida y no se olvidará.
Vásquez cree que su labor en esas fechas y en los tres años que siguieron, lo graduaron como un servidor público. “Nos abocamos, propios y extraños, el país en general, instituciones, gobierno, medios de comunicación, los jóvenes, el país se dedicó a Cariaco y a su reconstrucción”.
Señaló que la solidaridad fue inmediata y se atendió la emergencia y se aminoraron tragedias después del terremoto.
Dijo que 28 años después está íntegro, con ese mismo concepto de servidor público y de apego a su tierra natal, al estado y al país. “Hay que trabajar en la idea de la superación de los problemas que afectan a la gente”.
En su visión, a 28 años del terremoto están planteadas importantes luchas del pueblo ribereño, al cual quiere seguir acompañando con la misma vocación de servicio.
Sucre / Corresponsalía Carúpano