La presidenta de la Cámara de Turismo de Sucre, Cecilia Sucre, informó este lunes sobre la llegada en pequeñas cantidades de la medusa “bola de cañón” o Stomolophus meleagris, a las costas de la bahía de Santa Fe.
La dirigente gremial señaló que están tratando determinar si la entrada de la especie “es para bien o para mal”, pero lo cierto es que “ya están aquí”. Sin embargo, desde la comunidad científica las explicaciones son para dar tranquilidad a quienes se encuentren con este animal.
El biólogo marino del equipo del Oceanográfico de Venezuela (IOV), Luis Troconis, explicó que la medusa llegó a las costas venezolanas arrastrada por las corrientes grandes o “edix”, remolinos que se forman en el Caribe, que ocurren entre julio hasta septiembre, en años en que las corrientes se debilitan y las fuerzas de las olas se hacen más efectivas.
También mencionó el hecho de que las aguas se hayan calentado en los últimos, y hayan influido en la reproducción. “Llegan a la costa porque ellas son inertes, son megaloplacton”.
A la voz de Troconis se une la de la investigadora Sinatra Salazar, de la Universidad de Oriente (UDO) y cabeza del equipo que trabaja con el control de la Unomia stolonifera en el parque Nacional Mochima, quien recalcó que el fenómeno de las bolas de cañón es producto de factores aleatorios, relacionadas con la fuerza de las corrientes.
“Se trata de un fenómeno que se explica más por oceanografía física que biológica. Ellas llegan por un fenómeno físico”.
Reconoció que se trata de algo no observado, pero han sido pocas en comparación con otras zonas del país.
Con respecto a una posible afectación al ser humano, solo advirtió que las personas que son alérgicas no deben tocarlas. Pero no se puede hablar de un mal sanitario mayor, ni tampoco causan daños a los ecosistemas. “Muchas vienen llegando muertas”.
Agregó que se trata de un fenómeno cíclico, sobre todo en países como México, que tiene otro tipo de corrientes y la están aprovechando para explotar la pesquería.
“En Venezuela habrá que esperar otra oportunidad, que vuelvan a llegar y ver si se puede explotar, pero una afectación al ecosistema o al ser humano, como no sea otra que la visibilidad o el disfrute del paisaje, no creo que pase más allá”.
Aunque insistió en que es preferible mantenerse lejos de las aguamalas, sobre todo si la persona es alérgica.
Sucre / Yumelys Díaz