Desde el pasado 2 de noviembre, la Escuela Rural de Educación Básica (EREB) La Ponderosa, en Barcelona, trabaja a distancia, por cuatro semanas consecutivas, para reponerse de las afectaciones por las lluvias registradas a finales de octubre.
La directora de esa institución, María del Valle Hernández, manifestó en compañía de la subdirectora Marlene Sabino y el coordinador Henry Cermeño, que a raíz de las fuertes precipitaciones colapsaron las cloacas.
Y es que debido a la acumulación de aguas pluviales se cayó el pozo séptico de la escuela y se desbordaron también los de varias viviendas cercanas, lo cual afectó algunos salones, especialmente, de 5to año de bachillerato.
“Gracias a Dios no ha seguido lloviendo y ya tenemos bastantes caminos (zanjas improvisadas) para sacar el agua”, expresó Hernández.
Otro de los problemas que también se nota con las lluvias es el mal estado de los techos de al menos 14 salones.
Necesidades
Los directivos igualmente manifestaron que necesitan pupitres, sobre todo en la etapa del liceo, en donde cuentan con una matrícula de 655 estudiantes y les faltan 412 asientos. Sin embargo, la directora de la escuela alegó que tienen 278 esqueletos que pueden ser reparados.
“Desde que comenzó el año manejamos ese déficit. Se le mandó notificación a todas las autoridades: gobernación, alcaldía y consejo legislativo. Todos han pasado por aquí y ninguno ha buscado solución. Antes de ayer vinieron y quedaron en que nos mandarían tablas para arreglar pupitres con los esqueletos que tenemos”, resaltó Hernández.
Según el coordinador de la institución, Henry Cermeño, de un promedio de 42 a 59 alumnos por salón, la mitad se queda sin asiento y ve clases en el suelo o junto a otro compañero que comparte el pupitre.
No obstante, Cermeño señaló que la razón del déficit de asientos se debe principalmente a la inseguridad que azota las instalaciones en horas nocturnas.
Mencionó que hay un promedio de ocho salones sin puertas porque se las han llevado hasta con los marcos. Mientras que la electricidad interna no existe desde hace cinco años por el hurto de los cables.
Barcelona / Elisa Gómez
