En una entrevista realizada en 1997, seis meses después de salir en libertad tras cumplir una condena en La Ahumada, Carlos Andrés Pérez se planteaba ser la bisagra que permitiría abrir la puerta a una renovación política en el país. No fue así. Pero más de un año después, el 11 de noviembre de 1998 su movimiento Apertura le permitió, en comicios legislativos, obtener la senaduría que le había sido arrebatada y de paso, alcanzar transitoriamente la sensación de que había culminado la arremetida judicial en su contra.
Este trabajo -con motivo de los 100 años del nacimiento, este 27 de octubre, del dos veces presidente-, reúne entrevistas y declaraciones que fueron publicadas en su momento en los diarios Economía Hoy y El Universal.
I.- “Aún no me he muerto”
Pocas ideas atrapan por mucho tiempo su concentración. Sus gestos rebelan cierta impaciencia, la necesidad de estar constantemente en movimiento. A sus 74 años, el exmandatario se desplaza con energía, no tanto por el anhelo de recuperar cierta flexibilidad juvenil -se levanta entre las 5:30 am y 6:00 am a ejercitarse en su caminadora-, sino por la incomodidad que le provoca ser congelado en el pedestal de una “figura histórica”. Todo en él se resiste a verse separado de la renovación que a su juicio requiere el país.
En Carlos Andrés Pérez toda la fuerza parece dirigida a transmitir una imagen de modernidad, a desafiar la inercia de la vejez, de hacer acto de contrición y ser visto cómo el encargado de abrir la puerta a las figuras jóvenes, emergentes. Exorcizar errores de la antigua Acción Democrática (AD) tolda que lo expulsó y que a su juicio se “anquilosó” a muerte en su vieja dirigencia.
Han pasado seis meses desde que dejara su detención domiciliaria en La Ahumada, su residencia familiar ubicada en Oripoto. Su nuevo centro de operaciones es la Torre Las Delicias, en la avenida Libertador, frente a la sede de Petróleos de Venezuela. En su amplia oficina todavía se deja respirar la efervescencia de septiembre de 1996, cuando fue liberado luego de haber cumplido el período de privación de libertad, desde 1994, por el delito de malversación. “Aceptando como delito el haber contribuido a la estabilidad de la democracia en Centroamérica, algo que afecta a la seguridad y la defensa del Estado venezolano”, dijo.
Pero mucho de la actividad actual de amigos y asesores tiene que ver con la aparición de su nueva organización política: el Movimiento de Apertura y Participación Nacional.
Ni la asonada militar de 1992, ni su proceso penal y mucho menos alguna exégesis de sus dos gestiones de gobierno (1974-1979 y 1989-1993). Por el momento estos no son temas para volver.
“Ya yo archivé totalmente las ofensas y agravios. No tengo propósito revanchista. Eso sería un error. Precisamente la revancha es lo que ha conducido a Venezuela a la actual situación”.
-En reiteradas oportunidades usted ha dicho que una nueva postulación a la presidencia no está en su agenda ¿Cuál es su intención dentro de su nuevo movimiento?
- Ya lo he dicho. Mi propósito es rescatar la confianza de los venezolanos. 90% de los venezolanos no quiere saber de partidos políticos. Reconozco que fue una equivocación haber cerrado las puertas a las generaciones de relevo. Pero lo cierto es que error puede remendarse si se les dan a esas generaciones una oportunidad de liderazgo.
- ¿Existe la suficiente credibilidad en los actuales partidos políticos para una tarea como esa?
- No existe. Nosotros somos responsables de esa falta de credibilidad.
- ¿Cómo se puede enfrentar esa situación?
- Ser auténticos como políticos, acercándose a la gente joven. No buscar ponerse disfraces. Los jóvenes pueden darse cuenta fácilmente. Yo no pongo distancia. Lo más importante es comunicarse con los demás.
- ¿Está usted promoviendo un nuevo liderazgo? ¿Lo observa como algo posible?
- Ya yo estoy pasando la cuesta. Pero esa es una tarea que debe hacerse. Las generaciones venezolanas no tienen un futuro incierto.
- ¿Cree que en este momento existe malestar en el sector militar?
- Desgraciadamente, el descontento sí existe en las Fuerzas Armadas. Ellas están viviendo y padeciendo la tragedia de toda la situación económica del país. Las Fuerzas Armadas no son ajenas a lo que está pasando. (Una asonada militar) no se puede permitir ya que se estaría desviando el futuro del país.
- ¿Anticipa dificultades en el futuro inmediato?
- (Las perspectivas) a corto plazo en el país siguen siendo difíciles, pero confío en que, a mediano plazo, el país volverá a tener las riendas. Ante el hambre y la miseria que existe en el país, mi aporte será buscar soluciones y el entendimiento nacional.
- ¿Qué futuro ve para su antiguo partido AD? ¿Una nueva división?
-La verdad es que en ese partido no puede haber división porque ni siquiera cuenta con militancia. Eso de que quieren modernizar su ideología, son sólo palabras. La dirección de AD es puramente clientelar.
- Usted está impulsando un nuevo partido político ¿Qué garantías existen de que no nazca bajo el peso negativo y los mismos vicios de las actuales organizaciones?
- Apertura no tiene pretensiones de partido político. Tampoco de organización sectaria. Lo que buscamos es abrir una vía que permita la participación de amplios sectores del país que hoy se encuentran frustrados con una profunda desconfianza en los políticos y en la política. Pero también están los independientes y adecos que buscan la renovación. Hay que darlo todo para la lucha que debe incluir a profesionales, juntas de vecinos, gremios, asociaciones culturales, deportivas, estudiantes y organizaciones ambientalistas.
- ¿Aún se siente líder fundamental de AD?
- Entre los desanimados y los confundidos nos encontramos principalmente los adecos que buscan la recuperación y la renovación del país. Adecos que no se han entregado, ni están derrotados y que buscan rescatar su identidad.
- ¿Ha comenzado su resurrección política?
-Para resucitar tendría que morirme y yo no me he muerto.
II.- El fin de la persecución
A las 11:00 am del 11 de noviembre de 1998, un altavoz ubicado en la sede del comando de Apertura -ubicada en el este de Caracas- tocaba el añejo jingle que ya desde 1973 acompañaba el “vuelo” del para entonces candidato presidencial por sobre charcos y trincheras de asfalto.
La primera estrofa, “Ese hombre si camina…” retruena como fanfarria heroica, preludio de la “resurrección”. Para sus seguidores, era la versión tropical de John Glenn -el longevo senador estadounidense que formó parte en la década de los 60’ de unas de las primeras misiones orbitales alrededor de la tierra. Pérez estaba por aterrizar: el vuelo en avión desde Táchira hasta Caracas es celebrado como una hazaña más.
Luego de una hora, cohetes lanzados desde la azotea de la casa del partido advierten a un grupo de impacientes militantes, jóvenes, añejos ex adecos y reporteros, la llegada del recién electo senador por el estado andino. En abril de 1998 el Tribunal Superior de Salvaguardia del Patrimonio Público ordenó un nuevo arresto domiciliario esta vez por supuestamente ocultar entre 50 mil y 900 mil dólares de dinero público en cuentas abiertas en el exterior junto a su secretaria privada, Cecilia Matos. Pérez decidió lanzarse cómo senador en los comicios legislativos del 8 de noviembre. Apertura logró 2,4% de los votos y con él, la salvadora curul de Pérez, que le daba inmunidad parlamentaria.
“Carlos Andrés eres como Terminator”; “Se acabó el ensañamiento, el pueblo te dio la razón”, rezaban anchas serpentinas de papel arrojadas desde las ventanas. Mientras los amigos acudían a felicitarlo, otros se acercaban con la mirada de expectativa de los que simplemente esperan ser reconocidos.
“Ya ha cesado mi vía crucis”, advierte al llegar, en una rueda de prensa con seguridad añorada por semanas. “Terminó la persecución”. Según Pérez, el juicio sobre las cuentas mancomunadas había quedado cerrado a raíz de su elección. Advirtió que no temía las amenazas del fiscal general de la República, Iván Darío Badell sobre nuevos procesos penales en su contra. “Por el momento no me preocupa esa situación”.
Los comicios del 8 de noviembre habían significado una reafirmación del “fenómeno Chávez”.
“Si (Hugo) Chávez sale electo como presidente, como todo parece indicarlo, debemos acatar esa decisión. Pero si desde la presidencia pretende desconocer la Constitución y las Leyes, entonces tendremos que luchar y combatirlo para restituir la democracia en Venezuela”.
“Los venezolanos están siendo alimentados por el pan de la rabia”, dijo antes de agregar que el pueblo había visto en el teniente coronel y candidato a la presidencia a “un vengador contra el gobierno de Rafael Caldera”.
La semana siguiente a su elección Pérez inició una gira por todo el país. No sólo sirvió de combustible que requería el abanderado presidencial de Apertura, Miguel Rodríguez, sino para promover la necesidad de crear un frente democrático único.
“El porvenir de la democracia venezolana es incierto. El trecho hasta las elecciones de diciembre es bastante corto, pero tenemos que hacer todos los esfuerzos para evitar que se produzca una alteración de la institucionalidad”.
La expectativa de un enfrentamiento frontal Pérez-Chávez en los próximos días no parece descartado. “Enfrentamiento frontal contra cualquier intento dictatorial en Venezuela, pueden saberlo, estará en mi”. Con todo descartó devolver “golpe por golpe” la intentona de 1992.
“Hasta ahora Chávez no nos ha demostrado que haya cambiado. El hecho de convocar una Asamblea Constituyente nos demuestra que pretende dar un golpe de Estado”.
III.- La entrevista Chávez-CAP
Pérez lo había previsto. Las presidenciales del 6 de diciembre de 1998 dieron como triunfador a Hugo Chávez. También había anticipado que la candidatura de coalición de Henrique Salas Römer no serviría para revertir esos resultados. Con todo, se mostraba partidario de dar un margen de tiempo, el beneficio de la duda, al nuevo Gobierno.
Días antes de los comicios, el 1 de diciembre, Pérez calificó de “tragicomedia” el drama electoral venezolano de fin de siglo, y en especial, la azarosa escena de reacomodos de los principales actores políticos adversos a Chávez.
En opinión de Pérez, con los movimientos “estratégicos” de los últimos días, AD había firmado “su partida de defunción por suicidio”. Le resultaba absurdo el cambio de última hora de la candidatura de Luis Alfaro Ucero y la posterior expulsión de éste del Comité Ejecutivo Nacional.
En cuanto al respaldo de algunos integrantes de la vieja guardia adeca a la postulación de Salas Römer, Pérez agregó que se debía al desconcierto y la confusión. “La angustia, el descontento y el dolor de adecos y copeyanos es tal que muy pocos de esos votos se irán con Salas Römer. Desgraciadamente para Venezuela aquí se ha conformado un aberrante fenómeno político que coloca a Chávez con posibilidad de triunfo”. Y así sucedió.
Pero a pesar de lo ocurrido, un mes después de su elección como senador, Pérez tenía la intención de seguir caminando en la escena política, aunque con mayor cautela. En medio del aparente nirvana que vivía el país luego de la elección presidencial, los gestos de reconciliación y abrazos de hermandad se multiplicaron con un inusitado ímpetu.
El 11 de diciembre, Pérez propuso enterrar el hacha y anunció su deseo de reunirse con Hugo Chávez. Un evento que casi merecería una investigación vaticana para certificación de milagros. “Ya he solicitado una entrevista con el presidente electo, Hugo Chávez”, señaló Pérez. “En ella participaría la dirección de Apertura que incluye a Miguel Rodríguez y Héctor Alonso López. Me parece que estamos obligados a dialogar con él”, indicó Pérez.
- ¿Qué conversará con el presidente Chávez?
-No creo que sea prudente decirlo. De cualquier modo, se incluiría lo que va a ser nuestra conducta frente a su Gobierno. La candidatura de Chávez produjo muy legítimos temores y una profunda preocupación en primer lugar por sus antecedentes y en segundo lugar porque el discurso del candidato dejaba muchas interrogantes sobre si se sometería al respeto constitucional. Lo que ha sucedido es que Chávez ganó en unas elecciones limpias por una mayoría importante. Quienes somos demócratas y aceptamos la voluntad popular tenemos que reconocerle como el legítimo Presidente.
Amanecerá y veremos.
IV.- “A empujones”
La “otra muerte” –esa que según sus propias palabras se le antojaba menos dolorosa que la defenestración política que lo sacó de la presidencia en 1993-, sorprendió a Pérez a las 2:41 pm del 25 de diciembre de 2010, en el Mercy Hospital de Miami. Ese día, ya con 88 años a cuesta, había despertado de buen ánimo. Elocuente, conversó con sus familiares y al comienzo de la tarde, fue sorprendido por un paro cardio respiratorio.
Hacía más de un lustro que había sufrido un accidente cerebro vascular, del que se encontraba convaleciente. Esa fortaleza juvenil de la que hacía gala 14 años atrás se había esfumado. Sin movilidad en el brazo y la pierna derecha, la mirada envejecida, la voz irreconocible, participó en noviembre de 2008 en un homenaje organizado por un grupo de expresos políticos cubanos en Miami. Luego del acto fue consultada su opinión sobre la presidencia de Hugo Chávez y la forma de promover un cambio en Venezuela.
“Lo echaremos, por la fuerza (…) Ese (Chávez) es un bandido”, dijo con un atisbo de rabia, la misma rabia con la que años atrás -había reconocido-, fueron alimentados los venezolanos. Acucioso, el reportero de la cadena Telemundo, Fausto Malavé, preguntó de qué manera se podía echar de Miraflores a un presidente electo por los votos.
Entonces Pérez tuvo un breve destello en sus ojos: un casi imperceptible brillo de su otrora energía socarrona. “¡A empujones!”, respondió.
Caracas / Rodolfo Baptista