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Profesores universitarios: dar clases se ha vuelto un servicio social más que una profesión

enero 25, 2022
Abandono. El descuido a nivel universitario se ve reflejado en la mayoría de las casas de estudio del estado / Foto: Rafael Salazar

La crisis económica en la que está sumergida Venezuela desde hace varios años ha traído consecuencias devastadoras a muchos factores de la sociedad y el gremio de profesores universitarios es uno de los más golpeados.

De hecho, tanto ha sido el deterioro para los educadores que, actualmente, estos ven en ese oficio un servicio social más que una profesión generadora de ingresos para vivir, como lo fue hasta hace 10 o 15 años.

Tirso García, quien tiene en su haber más de dos décadas de experiencia formando profesionales en la Universidad de Oriente (UDO), Núcleo de Anzoátegui, señaló que actualmente el promedio salarial de un docente “agregado de dedicación exclusiva” ronda los 80 bolívares mensuales.

Cabe aclarar que el mencionado escalafón de clasificación universitaria está ubicado justo en el medio de la tabla salarial, por lo que la remuneración final será mayor o menor según el nivel que ocupe cada profesor.

A esos Bs 80 hay que sumarles una bonificación de alimentación y transporte de Bs 46, más otro bono de “estabilidad macroeconómica”, que también varía dependiendo de su categoría, pero que para ejemplo mencionado es de Bs 45.

Al unir los tres montos y llevarlos a su equivalente en divisa estadounidense, se evidencia claramente que la remuneración total ni siquiera alcanza los 40 dólares.

Si se toma en cuenta que, según estudios del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), la canasta alimentaria cerró el año 2021 en US$370, se puede observar que el esfuerzo de un mes no les alcanza a los docentes de cuarto nivel ni para cubrir un 10% de ese monto, en el caso de los que prestan sus servicios a instituciones públicas.

Sin embargo, contrario a lo que se pudiera pensar, la realidad en el sector privado no es más alentadora. De hecho, Francisco Abad, quien es profesor en la facultad de Derecho de la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho (UGMA), afirmó que mensualmente devenga menos de 10 bolívares.

Aclaró que su pago depende de cuántas horas académicas le asignen, mientras que para los educadores de medio tiempo o tiempo completo la cifra sí es mayor, aunque también insuficiente.

Explicó que un docente agregado de tiempo completo percibe 473 bolívares, mientras que uno del mismo rango, pero a medio tiempo, cobra Bs 252, es decir rondando los 100 y 50 dólares, respectivamente.

"Los dueños y algunos directivos son los que verdaderamente se ven beneficiados con salarios astronómicos en moneda extranjera, seguro médico y demás beneficios. Pero con sus profesionales no han tenido ninguna muestra de afecto hasta ahora", acotó.

Divididos. Francisco Abad señaló que no han podido luchar por mejoras salariales debido a la desunión entre profesores / Foto: Rafael Salazar

Subsidiando a la universidad

Abad, abogado de profesión, acotó que la relación entre lo que cobran y lo que invierten da como resultado que los docentes prácticamente estén subsidiando a las universidades, pues, a él puntualmente no le permite cubrir ni un cuarto de la renta mensual por Internet, recurso básico en la modalidad de clases virtuales.

"Yo tuve que contratar el servicio de una empresa de telecomunicaciones privada para poder mantener una conexión aceptable, ya que no cuento con Cantv desde hace años. El plan que tengo me sale en 30 dólares y en la UGMA sólo me dan Bs 30,00 como 'bono tecnológico'".

Por su parte, García –presidente de la Asociación de Profesores de la UDO (Apudo)– expuso una situación similar, salvo que paga 10 dólares menos para tener acceso a Internet frecuentemente. "Imagínate que gasto en eso más de la mitad de lo que me gano en un mes, quedándome lo suficiente para medio comer una semana, y si acaso".

Agregó, además, que "no tenemos forma de solicitar alguna bonificación extra porque el Ministerio del Trabajo y el de Educación Superior sólo discuten temas contractuales con los sindicatos bolivarianos, dejándonos por fuera a los que pensamos distinto", señaló.

Ambos voceros recordaron que más allá de las horas académicas por las que reciben una remuneración, también dedican buena parte de su tiempo a la preparación de cada clase o corrección de evaluaciones y nadie responde ni paga por eso.

Asimismo reconocieron que a estas alturas siguen insistiendo en esto porque se ha vuelto una necesidad imperiosa en el país fortalecer la educación.

"Es un servicio social obligatorio. La nación está acabada y es nuestro deber luchar y aportar algo para rescatarla. No podemos quedarnos de brazos cruzados porque sería algo que no nos perdonaría esta generación ni la siguiente", dijo el jurista.

Inicio de la debacle

Según el presidente de Apudo, para  2006 un docente de educación superior ganaba más de mil dólares. No obstante, el inicio de la debacle llegó en 2008.

En aquel entonces, el presidente Hugo Chávez realizó una mesa de trabajo que tuvo como resultado un posterior decreto en base al que aumentaba el sueldo por porcentajes.

"El aumento aquella vez fue de 75% para obreros, quienes tenían menor rango en la escala salarial. Mientras tanto, para un profesor titular –mejor posicionado en esa misma escala– el incremento fue de sólo 35%", explicó.

Para García, esta fue una estrategia del proyecto revolucionario de Chávez para controlar el sistema educativo del país.

Clases virtuales
Las clases virtuales han resultado ser beneficiosas para algunos y perjudiciales para otros.

Según Francisco Abad, la UGMA ha asomado en reiteradas oportunidades la posibilidad de adoptar esta modalidad permanentemente, pues la libraría de los gastos en mantenimiento de las instalaciones de la universidad.

"Era sencillo: al que no le gustara, que se fuese. Eso iba a permitir que el espacio para ellos dominar fuera cada vez más importante. Y en cierto modo lo lograron".

Aun así, para Abad hace una década lo que ganaban todavía era suficiente como para cubrir sus necesidades y darse ciertos lujos que el proceso inflacionario se fue encargando de liquidar.

"Antes te veían con respeto cuando decías que eras profesor universitario porque había poder adquisitivo y aquello te daba un estatus importante. Hoy en día, lo que te dan es un abrazo de pésame", manifestó.

Modalidad. En casi todas las universidades privadas predominan los pagos al docente por horas trabajadas / Foto: Rafael Salazar

Deserción de profesores

Así como hay profesores con 10 o 20 años en ejercicio que se resisten a abandonar su labor por compromiso con el país donde nacieron, también están los que se cansaron y se marcharon.

"La última cifra que se manejó en la UDO hace unos meses es de 25% de docentes activos que renunciaron. Y es totalmente comprensible su decisión. Muchos han tenido que dedicarse al comercio para equiparar ingresos y sobrevivir", aseguró García.

También hizo énfasis en que la mayoría de los que se inclinan por abandonar esta responsabilidad son los que tienen menos de cinco años de experiencia.

Por otro lado, la UGMA no ve con malos ojos que los educadores tomen un camino diferente, pues, según contó Abad, los departamentos administrativos incluso buscan librar la nómina de los catedráticos de medio y tiempo completo para quedarse con los que cobran por hora, en vista de que les resulta más rentable.

"El deterioro es grande y el producto cada vez es más nefasto. Pese a que cobran todo en divisas, los incentivos y el trato para los profesionales dejan mucho que desear. Sólo dejan en evidencia que para ellos la educación es un negocio y no un servicio", aseveró.

El docente citó como ejemplo de estas situaciones irregulares que para el semestre que está próximo a terminar le habían dicho que su matrícula era de 30 estudiantes, cuando realmente fue de 60.

"Para tener noción de lo terrible que es todo esto, hace unos 15 años el seguro médico nuestro era de 70 millones y no habían hecho ninguna reconversión. Hoy en día es de menos de un bolívar y así se ha quedado", dijo.

Puerto La Cruz / Javier A. Guaipo

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