Ignacio Jiménez, de 20 años, siempre fue flaco, señaló su madre Cecilia Jiménez, pero hoy “parece un cadáver”. Tiene los pómulos y la cuenca de los ojos hundidos y la piel de su torso es tan delgada que se le notan los huesos del esternón y las costillas.
Para denunciar lo que sucede en este recinto militar, fueron cambiados los nombres de familiares y soldados a fin de evitar represalias.
En octubre de 2017, Jiménez se alistó en el 321 Batallón de Caribe “G/D Pedro Zaraza” de Barcelona con la ilusión de hacer carrera marcial.
Pesaba 68 kilos cuando entró y ahora 44 kilos, debido “al hambre que pasa dentro del cuartel”.
“La comida es insuficiente, los muchachos están pasando hambre y trabajo en Bacazaraza”, indicó Cecilia.
Arnoldo Pérez es compañero de Jiménez, tiene 18 años y ha perdido 15 kilos en tres meses, desde que cumple servicio.
“Cuando llegué, allá me dijeron que iba a comer bien y esto fue así los primeros días, como para que uno se enamorara, pero después la comida fue bajando en cantidad”, relató el joven oriundo de Puerto La Cruz.
Indicó que un desayuno promedio que les dan en el batallón consiste en la popularmente conocida por los soldados como una “ostia”, una pequeña arepa de aproximadamente 80 gramos, la cual es acompañada por una o media sardina” y “más nada”.
“Por ejemplo, mi desayuno de hoy fue una ostia, con un poquito de queso crema, y un cucharón de atol”, sostuvo.
En los almuerzos y las cenas, la alimentación no es más nutritiva. El soldado Pérez contó que les sirven “medio cucharón de arroz con una cucharada de pollo o una sardina”.
“A veces también nos dan dos cucharadas de ensalada y una ostia chiquita, o a veces nos dan uno o medio cucharón de sopa”, detalló el joven.
Enfermedades
Hambre no es lo único que pasan los soldados del Batallón 321.
Cecilia Jiménez manifestó que hay un brote de escabiosis o sarna en el cuartel.
“Mi hijo salió de permiso y me llegó lleno de sarna. La tiene en las manos y en el pecho. Así como está él están todos los muchachos”, aseveró.
Pérez explicó que no hay regaderas y los jóvenes se bañan con agua almacenada en tambores. Además, por los trabajos físicos y ejercicios que realizan, siempre están sudando y tienen poco tiempo para asearse.
“También hay muchos compañeros que se han enfermado de paludismo. Yo pasé 15 días con fiebre, pero no fue paludismo. En ese tiempo nos llevaron al hospital porque dentro del batallón no había medicinas ni médicos que nos atendieran”.
No han cobrado
Desde que ingresaron en octubre de 2017, los soldados que se en- cuentran prestando el servicio militar en el 321 Batallón de Caribe “G/D Pedro Zaraza” de Barcelona, no han recibido el sueldo que les corresponde. “Los muchachos supuestamente cobran Bs 140.000 al mes, pero no les han pagado”, indicó un familiar.
Barcelona / Dayana Figueroa