Para el tachirense es inexcusable no celebrar la Navidad, y la manifestación simbólica mínima de ese espíritu de devoción religiosa y alegría mundana lo constituye la instalación del pesebre en el rincón más visible del hogar.
Para el tachirense es inexcusable no celebrar la Navidad, y la manifestación simbólica mínima de ese espíritu de devoción religiosa y alegría mundana lo constituye la instalación del pesebre en el rincón más visible del hogar.