“A mediados de febrero, empecé a oler muchas cosas a podrido. No tenía idea de qué podía ser. Pensé que era algo mío. Después, a mi novio, que le dio en la misma fecha que a mí, también olía ciertas cosas a podrido”, dijo Federica dos meses y medio después de haberse contagiado de COVID-19.