Desde el hospital universitario Luis Razetti de Barcelona, representantes de varios gremios de la administración pública y sociedad civil se concentraron la mañana de este lunes, para solicitar la entrada de la ayuda humanitaria a Venezuela, especialmente al oriente del país.
El secretario ejecutivo de la Federación de Trabajadores del estado Anzoátegui (Fetranzoátegui) y delegado del Sindicato de Trabajadores de la Salud (Sintrasalud), José Cordero, rechazó la posición del presidente Nicolás Maduro de negar que “el pueblo se está muriendo de hambre y que no hay casos de niños fallecidos por diarrea porque no comen bien”.
Es por eso que les hizo un llamado a los militares, a fin de que permitan la entrada de los alimentos y las medicinas que provienen de Estados Unidos. Aseguró que no descartan la posibilidad de ir a los cuarteles a protestar, de manera pacífica, hasta ser tomados en cuenta.
La secretaria general del Sindicato Venezolano de Maestros (Sinvema) en la entidad, Maiba Flores, mostró también su preocupación por el supuesto ocultamiento de las cifras reales de los decesos ocurridos en las últimas semanas por enfermedades como paludismo, difteria y hepatitis A, entre otras.
“No se ha publicado la cantidad real que ha habido. Las autoridades no se han pronunciado. Existe la necesidad de que ingrese la ayuda humanitaria. Los médicos no se dan abasto para cubrir las necesidades, pues no tienen nada de recursos. Las personas se mueren de hambre y mengua”, expresó.
Representantes de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), petroleros y la Asociación de Jubilados de la Alcaldía de Barcelona también estuvieron presentes en la actividad.
Horario Aray, presidente de este último gremio, le exigió al presidente de la República “que deje de matar al país de hambre”.
Insumos
A la jornada se sumó la sexagenaria Herema Bastardo, quien manifestó que desde hace dos semanas está tratando de comprar las medicinas e insumos que requiere su hija para ser operada de una fractura en el brazo izquierdo.
Con cinco listas en mano, dijo que tiene que llevar desde el alcohol absoluto, guantes, batas y agua oxigenada hasta los tornillos que le colocarán.
“Los tornillos me dijeron que están a precio dolarizado. ¿Cómo hace una familia pobre como la mía, que vive en el pueblo de Quiamare, que salimos a las 3:00 am para poder agarrar un carro porque el único transporte que teníamos lo utilizaron y destrozaron en compañas políticas?”, se preguntó con tono de molestia mientras se unía al reclamo de los representantes de los gremios regionales.
Barcelona / Elisa Gómez