Miguel "Miggy" Cabrera es sinónimo de éxito y talento ofensivo, pues esta semana se convirtió en el primer y único venezolano en alcanzar los 3.000 hits de por vida en la Major League Baseball (MLB), tras una prolífica carrera de 20 temporadas que se inició de manera espectacular, porque tuvo una irrupción determinante para Marlins de Florida (ahora de Miami).
Se estrenó en Las Mayores el 20 de junio de 2003, a la edad de 20 años y 66 días, y tuvo impacto instantáneo para Florida (ahora de Miami), al punto de que dio muestras del prolífico bateador en el que se convertiría décadas más tarde.
Debutó en el Pro Player Stadium como jardinero izquierdo y se fue de 5-1 con una anotada y dos producidas, para ser el artífice del triunfo 3-1 sobre Mantarrayas de Tampa Bay.
¿Qué tuvo de especial ese juego? Cabrera despachó su primer jonrón en MLB, con un compañero en circulación, para romper un empate 1-1 y dejar en el terreno 3-1 a Tampa Bay en 11 entradas. Fue la mejor manera de iniciar su conteo de indiscutibles en Grandes Ligas.
Le pegó su cuadrangular al estadounidense Al Levine con un out y les demostró a los 12.515 fanáticos que asistieron al parque de los peces que había nacido una estrella, capaz de llevar a un club “poco competitivo” a ser relevante en una temporada 2003 que resultaría absolutamente positiva para la agrupación.
Tras ese juego, Florida dejó su récord en 36-39 mientras que Tampa Bay en 24-47. Ninguno de los equipos parecía tener las piezas suficientes para avanzar a la postemporada, pero Marlins había hallado a un “Mesías” que influiría en una mejora de su rendimiento y los los llevaría a playoffs.
Cabrera, nacido el 18 de abril de 1983 en Maracay, estado Aragua, disparó 84 imparables en 314 turnos, para lucir un average de .268 en un certamen en el que participó en 87 encuentros. Totalizó 36 extrabases, desglosados en 21 dobles, tres triples y 12 vuelacercas. También empujó 62 carreras y anotó 39.
Presentó unos porcentajes de embasado (OBP), cojines alcanzados (slugging) y OPS (suma de los rubros anteriores) de .325, .468 y .793, respectivamente. Su OPS Ajustado (+) fue de 106 en un certamen en el que se adueñó de 147 estaciones, según Baseball Reference.
Con esos números se volvió en una herramienta fundamental para Florida en su camino a postemporada. Con Cabrera en sus filas, Marlins exhibió una foja de 56-31 y acabó la campaña con una marca global de 91-71. Figuró segundo en la División Este de la Liga Nacional y avanzó de instancia en calidad de comodín.
En las tres rondas de playoffs, el maracayero mostró su calidad en instantes claves y fue determinante para que Florida alzara el cetro de la Serie Mundial por segunda y última vez en su historia.
En la Serie Divisional, promedió .286 (de 14-4) con dos tubeyes, tres empujadas y una anotada. Dejó un OBP de .333, un slugging de .429, un OPS de .762 y se apropió de seis almohadillas en cuatro juegos. Ayudó a Marlins a imponerse 3-1 sobre Gigantes de San Francisco en una Serie Divisional al mejor de cinco duelos.
En la Serie de Campeonato de la Liga Nacional hizo gala de un bateo explosivo. Conservó un porcentaje ofensivo de .333 (de 30-10) con tres bambinazos, seis producidas y nueve marcadas. Colaboró para que Florida venciera 4-3 a Cachorros de Chicago en un cruce que se definió en el máximo de siete enfrentamientos.
Luego, en el Clásico de Otoño, mermó su rendimiento al registrar una media al ataque de .167 (de 25-4) con tres fletadas y una pisada de plato. Sin embargo, esos guarismos no reflejaron su verdadero valor para la tropa de Miami, pues empalmó una conexión importante para encaminarla a batir 4-2 a Yanquis de Nueva York en seis careos.
Sacó a relucir su fuerza en el cuarto partido de la Serie Mundial, realizado el 22 de octubre de 2003 en Pro Player Stadium, cuando retó al norteamericano Roger Clemens (máximo ganador de premios Cy Young de la MLB con siete) y le sacudió un estacazo de dos vueltas.
La botó la pelota por el bosque derecho en el primer capítulo con dos outs y desató la alegría de los 65.534 fans en una noche que tendría un marcado sello venezolano, porque el campocorto patrio Alex González le dio un tablazo solitario al estadounidense Jeff Weaver en la duodécima entrada y sin outs, para darle a Marlins un lauro 4-3.
Florida levantó el trofeo de la MLB el 25 de octubre en Yankee Stadium al blanquear 2-0 a Nueva York en el sexto tope de la Gran Final y, de esa manera, cerró una contienda mágica en la que Cabrera se juntó con sus paisanos González y Ugueth Urbina (pítcher) para guiar a ese cuadro hasta la Tierra Prometida. Fue un torneo inolvidable que marcó el despegue "Miggy" en un Big Show que, hoy día, está a sus pies.
Valencia/ Joseph Ñambre