"Estamos categóricamente en contra de una intervención militar. El uso de la fuerza solo puede ser autorizado por el Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de Naciones Unidas) o utilizada en respuesta a una agresión contra un estado soberano. En Venezuela no se observa nada parecido a esto", afirmó el lunes el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, al abordar el tema de Venezuela durante una reunión con su homólogo estadounidense, Mike Pompeo, en el marco de un encuentro ministerial del Consejo Ártico celebrado en Rovaniemi, Finlandia, informó Deutsche Welle (DW).
"Es poco probable que haya resultados concretos tras la reunión del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia y el secretario de Estado de Estados Unidos en Helsinki", afirmó Viktor Lazarevich Heifez, profesor de Historia de las Relaciones Internacionales en la Universidad de San Petersburgo. El jefe de la diplomacia estadounidense exigió a su homólogo ruso la retirada de los soldados rusos de Venezuela.
"Por razones geopolíticas, Rusia no puede hacer eso", explicó Heifez. Los Estados Unidos tampoco pueden ceder. Washington continúa apoyando al presidente interino Juan Guaidó, como hizo desde un principio.
Un elemento positivo
El hecho de que haya diálogo es ya una buena noticia
"Al menos se hablan", dijo Dimitri Rosental, del Instituto Latinoamericano de la Academia de Ciencias de Rusia. Solo eso ya es un éxito, valoró en entrevista con DW. Pero tampoco él cuenta en ningún caso con que se alcance compromiso alguno respecto a Venezuela.
"Las posiciones de ambos países están demasiado alejadas". Venezuela es un socio importante de Rusia que ha venido comprando armas rusas en los últimos años, añadió.
Además, Rusia ha invertido entre 17.000 y 23.000 millones de dólares en Venezuela durante los últimos 15 años, según diversas estimaciones, dijo el profesor Heifez.
"Rusia no quiere arriesgarse a perder este dinero", aseveró, algo que podría pasar si hubiera un cambio de gobierno en el país latinoamericano. China, por cierto, también invirtió más de 70.000 millones en Venezuela durante el mismo período, sostuvo, lo que explicaría por qué Moscú y Pekín empujan en la misma dirección en Venezuela.
El interés de Rusia en Venezuela existe desde hace tiempo. Ya en 2013, Igor Setchin, director general del gigante petrolero ruso Rosneft, anunció inversiones por valor de miles de millones en la industria petrolera de Venezuela. Ambos países colaboran también para promover el gas en el país. Además, Rusia tiene intereses en numerosas empresas de productos básicos en Venezuela.
Aún más importantes para el Kremlin que estas inversiones, sin embargo, son los intereses estratégicos en América Latina, señaló Heifez, y Venezuela fue uno de los pocos Estados que reconocieron la independencia de Osetia del Sur y Abjasia. Ambas regiones pertenecen a Georgia, según la visión occidental, pero con la ayuda del Kremlin se han independizado, continuó. Venezuela además también apoyó numerosas iniciativas rusas, subrayó. Dimitri Rosental coincide con esta visión. Él considera a Venezuela un aliado político de Rusia, incluso en la disputa sobre Ucrania.
Otro motivo político para involucrarse en Venezuela es mostrar a los estadounidenses que Rusia está activa en su hemisferio, dijo Heifez. Después de todo, Estados Unidos también está involucrado en Ucrania y el Mar Negro, considerados por Moscú como dentro de su esfera de influencia, apuntó.
Sin militares
Según Heifez, la lucha de poder en Venezuela no se puede resolver por medios militares, pues "podría provocar enfrentamientos que tuvieran impacto en todo el continente latinoamericano".
Hace solo unos meses, el experto creía que Rusia no tenía los recursos para apoyar militarmente al presidente Maduro.
Rovaniemi / DW / Redacción Web