Una cayó sin atenuantes. La otra se tuvo que retirar por un problema de salud mental.
De un modo u otro, los Juegos Olímpicos se quedaron sin dos de sus grandes atracciones el martes cuando Naomi Osaka y Simone Biles se despidieron de la justa sin haber aportado ni la sombra de lo que se esperaba de ellas.
Biles llegó a Japón como la figura más emblemática del olimpismo de Estados Unidos, llamada a ser la estrella más luminosa de estas justas.
El protagonismo de Osaka era tal que recibió el honor de encender el pebetero olímpico en su país natal.
En cuestión de horas, en pabellones situados en la zona de Ariake, la presión y ansiedad dio al traste con las aspiraciones olímpicas de ambas.
Por la mañana, Osaka se despedía del torneo, fulminada en la tercera ronda.
Por la noche, Biles se retiraba de la final de equipos de la gimnasia artística cuando en su primera salida ejecutó mal un salto del potro y consideró que no se encontraba con las condiciones mentales óptimas para seguir compitiendo.
“No quiero afrontar las otras competencias que me faltan con dudas en mi cabeza”, dijo Biles, de 24 años. “Así que decidí que lo prudente era dar un paso atrás y dejar que mis compañeras hicieran su trabajo”.
La sorprendente decisión de Biles abrió la puerta de par en par para que las gimnastas de Rusia se alzaran con el oro por primera vez en 30 años. De un tercer título seguido que se había dado por descontado en la antesala de los Juegos, las estadounidenses se conformaron con la plata.
Biles pasó las tres últimas rotaciones de la noche como animadora de Grace McCallum, Sunisa Lee y Jordan Chiles.
“Tenemos que enfocarnos en nosotras mismas, porque al final del día también somos humanos. Tenemos que cuidar nuestra mente y nuestro físico, en vez de salir para satisfacer lo que el mundo quiere que nosotros hagamos”, dijo Biles.
“No confío en mí misma tanto como antes. No sé si es la edad. Me pongo un poco más nerviosa”, agregó. “Siento que esto ya no me divierte tanto”.
¿Y ahora? De momento, Biles sigue confirmada para competir en el concurso individual el jueves, procurando revalidar el oro que ganó en Río 2016. También se clasificó a cuatro finales de pruebas individual. Resta por ver si saldrá al tapiz.
Osaka, quien nació en Japón y se crió en Estados Unidos, cargaba encima con expectativas inmensas.
El rostro de las cuatro veces campeona de Grand Slam — la mujer mejor pagada del deporte — aparece en todas partes en Tokio.
Después de haber ganado con contundencia sus primeros dos partidos, Osaka se desdibujó Marketa Vondrousova, una checa que en 2019 alcanzó la final del Abierto de Francia. Perdió 6-1, 6-4.
“Todas las derrotas me decepcionan, pero esta duele más que las otras”, dijo Osaka, de 23 años.
Había estado dos meses sin jugar, luego de retirarse en la segunda ronda del Abierto de Francia para cuidar su salud mental. Tomó esa decisión tras el revuelo generado porque días antes dio a conocer que no iba a dar más ruedas de prensa al sostener que esas interacciones le generaban dudas.
Amagó con no hablar tras perder en Tokio, pero finalmente compareció para sincerarse.
“Sentía mucha presión por esto”, dijo. “Quizás porque nunca había estado en unos Juegos Olímpicos. Demasiada para ser los primeros”.
Tokio / AP