La Organización Mundial de la Salud (OMS), junto a otro grupo de expertos, apostaba meses atrás que sería en este 2022 que la pandemia del Covid comenzaría a ceder en su magnitud gracias a la vacunación masiva y los controles sanitarios desplegados en el mundo.
Sin embargo, la aparición de la variante Ómicron ha levantado nuevas señales de alerta con picos y récords de contagios diarios en distintos países, lo que parece echar por tierra los pronósticos. Venezuela no es la excepción y desde ya comienzan a sonar las alarmas llamando a estar preparados.
A casi dos años del inicio de la pandemia, y luego de un período de “luna de miel” con bajos registros de enfermos en diciembre, del virus se podría experimentar un nuevo rebrote, según han señalado distintos especialistas del país, entre ellos el médico infectólogo Julio Castro.
Tras la aparición en el territorio de los primeros casos de esta nueva mutación a finales del mes del pasado, Castro sugiere que en pocas semanas podría comenzar a producirse un incremento en el número de contagios, dada la alta velocidad de transmisión.
Desde el 13 de marzo de 2020 hasta el presente Venezuela ha experimentado tres olas o picos de contagios por Covid. La primera tuvo su mayor registro entre el 14 y el 20 de septiembre de 2020, con 62 muertes —durante las tres semanas comprendidas entre el 31 de agosto y el 20 de septiembre se acumularon 166 decesos—. Posteriormente, una segunda ola del Covid, fue reportada en el país, con su punto álgido entre el 1 y el 22 de marzo de 2021, cuando la cifra de fallecidos alcanzó los 158 decesos.
La tercera ola, que tuvo un incremento más pausado y menos abrupto que los dos anteriores, comenzó en septiembre del año pasado, alcanzando sus picos máximos en octubre. En la segunda semana de ese mes se reportaron 9 mil 966 casos, conformando esto el mayor registro durante toda la pandemia.
El médico infectólogo y exministro de Sanidad José Félix Oletta, en entrevista con El Tiempo, precisó que actualmente no se puede hablar de una cuarta ola de Covid en el país. Pero si bien aún no se ha reportado una gran cantidad de casos por causa de la Ómicron —el 22 de diciembre se hizo el primer anuncio de siete infectados que llegaron de Panamá, República Dominicana y Europa—, no se descarta que la mayor transmisibilidad de dicha variante se convierta en las próximas semanas en motivo de preocupación dentro de un país que no cuenta con infraestructura de salud óptima.
“El estado actual de la Ómicron todavía no es conocido porque ha pasado poco tiempo. La información oficial da a entender que son casos importados. Pero al hablar de la transmisión comunitaria, el proceso puede ser muy rápido”.
Aunque la aparición de nuevas variantes podría hacer suponer que estas se suman a las ya existentes, llegando un momento en que se haría incontrolable la expansión del Covid, el comportamiento en la realidad ha demostrado ser distinto.
Antes de la Ómicron —fue identificada por primera vez en Sudáfrica el pasado 24 de noviembre— existían otras cuatro cepas que también han sido catalogadas como “variantes de preocupación” por la OMS: Alpha, Beta, Gamma y Delta, originadas respectivamente en Reino Unido, de nuevo Sudáfrica, Brasil e India. Las variantes de preocupación se producen cuando hay mutaciones o cambios en el genoma del virus que aumentan su transmisibilidad y/o virulencia, sumado esto a la pérdida de efectividad de las medidas sociales y médicas para controlarlo.
Adicionalmente existen otras variantes llamadas “de interés”, cuya circulación debe ser monitoreada, pero sin involucrar los niveles de alarma de las anteriores. Según la OMS, las variantes de interés incluyen la Lambda (detectada en Perú en diciembre de 2020) y la Mu (reportada en Colombia y Brasil en enero de 2021). Igualmente existen otras decenas de variantes que se encuentran bajo investigación.
Sin embargo, la OMS ha dejado de monitorear 14 variantes porque ya no circulan a niveles significativos.
Durante 2021, el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) identificó la circulación en el territorio de las variantes Alpha, Gamma y Delta —esta última con altos registros predominantes en la región capital—, y la Mu, más extendida en los estados Zulia y Táchira.
Oletta destaca que la evolución real de las nuevas variantes es tendente a sustituir a su predecesora en la medida que se presenta la mutación.
En EE. UU., a principios de diciembre, 10% de los casos de Covid eran identificados como Ómicron, y ya para cuarta semana se habían elevado a 70 % de los casos. En este momento, más de 90% de los contagios de la nación norteamericana corresponden a esa variante.
“Ese mismo comportamiento puede ocurrir en Venezuela, y las variantes que están acá no es que se van a sumar unas con otras, sino que poco a poco se van a ir sustituyendo. En nuestro caso, la variante Delta, originaria de India, va a ser sustituida por Ómicron, pero no sabemos cuál será la sustituta de esta. Ese es un proceso de cambios dentro del ecosistema del virus”, dice Oletta.
El especialista explica que en el país no se ha alcanzado una tasa de vacunación con la que pueda hablarse de “control del virus”. Esta situación sumada a la pobreza, “el desconocimiento, la falta de colaboración a la hora de aplicar las medidas no farmacológicas, así como la flexibilización de medidas cuando no debe hacerse, genera condiciones ideales para aumentar la transmisión y el riesgo de la enfermedad”.
Adicionalmente, la Ómicron es una variante de fecha reciente, por lo que, según el experto, aún su comportamiento está en plena fase de investigación.
“Esta variante es más transmisible, capaz de producir infección de forma muy rápida. Pero probablemente produce una enfermedad menos grave y por ende menos muertes. Sin embargo, si llegaran a producirse un número elevadísimo de casos, habrá muchas complicaciones ante las que se va a requerir asistencia hospitalaria, cuidados intensivos, pudiéndose elevar los fallecimientos; o amenazando con colapsar el sistema de salud. La situación podría verse desbordada en los próximos tres meses”.
Agrega Oletta que, en caso de continuar esa tendencia, se podrían “incrementar las cifras de cuatro a cinco veces más de lo que hemos tenido hasta ahora”.
El presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura, Alejandro Crespo Freytes, apunta que la Ómicron podría tener un mayor grado de transmisibilidad en comparación con, por ejemplo, el sarampión.
“Omicron se transmite con mucha más facilidad que las variantes previas. Pareciera que es así de agresiva, e incluso más. Por lo pronto, la cantidad de casos no viene seguida de un número igual de hospitalizados o muertos. Habría que ver cómo se comporta en un entorno de baja vacunación, como lo es América Latina, y particularmente en Venezuela”.
Agrega Crespo Freytes que después de las fiestas decembrinas, con grupos humanos reunidos, sin medidas de bioseguridad, sin uso de tapabocas y en espacios no ventilados, lo más probable es que el país se encuentre a las puertas de una nueva ola de contagios. De hecho, ya en los últimos días se ha observado un repunte en las cifras diarias de enfermos, divulgadas por el Gobierno. Desde el 9 de enero se ha producido un incremento de contagios, un alza que no se veía desde hacía varias semanas.
Otro factor señalado por los expertos como una desventaja del país al momento de manejar un eventual pico de casos, es la poca confiabilidad de cifras divulgadas de contagios.
En 2021 se contabilizaron en el país, según datos oficiales, 331 mil 077 casos de Covid y 4 mil 300 muertes, cifras superiores a las reportada en 2020 —durante el primer año de la pandemia en el país se registraron 113 mil 558 casos y 1 mil 028 muertes—. Hasta el 11 de enero de este año, el Gobierno ha confirmado un acumulado total de 447 mil 865 casos por Covid en todo el país, lo que significa que de acuerdo con las autoridades sanitarias, sólo 1,54% de la población se habría contagiado en 22 meses.
Estos datos no guardan relación con los reportes de los centros de salud, que en muchos momentos se han encontrado abarrotados. Según los expertos, en Venezuela ha existido un subregistro de afectados, debido a la disminución en la cantidad de pruebas PCR aplicadas y a la decisión de algunos enfermos menos graves de tratarse en sus casas.
A juicio de Crespo Freytes, las cifras oficiales “continúan siendo un subregistro de la realidad, representando de 6 a 10 veces menos casos y muertes que los reales”.
Oletta agrega que Venezuela continúa siendo uno de los países en la región que realiza menos muestreo, menor número de pruebas.
“Se calcula que, de los casos investigados, sólo 10% da positivo. Eso indica que hay una deficiencia en el muestreo, en la vigilancia epidemiológica. Venezuela debería tener números mucho más altos. Desde el tres de abril de 2021 no se informa sobre el número de pruebas que se realizan. Eso indica una debilidad extrema, al punto que Venezuela aparece con las tasas de incidencia y mortalidad más bajas del continente, cuando eso no es así en la realidad”.
Adicionalmente, los especialistas desestiman que en el país exista una cobertura de vacunación cercana a 100%, tal y como han anunciado los voceros oficiales. “No hay ninguna certificación y auditoría que permita afirmar que hay una cobertura de 90% de la población con el actual esquema de vacunación. Lo que sí se sabe es que, teniendo a una población expuesta al Ómicron, se justifica el refuerzo, de aquella población que haya recibido sus dos primeras dosis, pero no se puede abandonar a todos aquellos que no han recibido ninguna”, dice Oletta.
En Venezuela, según cifras extraoficiales, 50% de la población no ha recibido el esquema completo de vacunación, ya sea que le falte una o las dos primeras dosis completas. Es por ello que, según los especialistas, la ausencia de un plan nacional bien organizado genera una situación inefectiva que sigue siendo terreno favorable para la retransmisión del virus, en este caso del Ómicron, porque gran parte de la población nunca fue vacunada completamente y no tiene inmunidad alguna.
Caracas / Rodolfo Baptista