La Organización Mundial de la Salud (OMG) define la espina bífida (también conocida como mielomeningocele) como una malformación congénita en la que la columna vertebral del feto no se desarrolla adecuadamente en las primeras semanas de gestación. Esto provoca daños en su médula espinal y el sistema nervioso. Puede generar parálisis de los miembros inferiores del cuerpo, problemas en los intestinos y vejiga.
El ginecobstetra Ángel Salomón informó que las causas principales por las que los bebés desarrollan esta enfermedad son niveles elevados de azúcar en la sangre durante el comienzo del embarazo y una mala alimentación.
“Hay medicamentos como el ácido valproico y la carbamazepina que pueden ocasionar defectos en el tubo neural, porque obstruyen la capacidad del cuerpo para procesar ácido fólico. Las fiebres prolongadas o el uso de saunas y bañeras de hidromasajes inciden en el desarrollo de esta enfermedad”, expresó Salomón.
Según la OMS, la mayoría de los niños con espina bífida también desarrollan hidrocefalia, un trastorno que ocasiona la acumulación de líquido cefalorraquídeo en la cabeza y con ello un aumento de la presión y una expansión del cráneo a un tamaño mayor que el normal. También puede provocar convulsiones, visión tubular, discapacidad mental o la muerte.
Prevención
El doctor Salomón indicó que el riesgo de que el niño padezca espina bífida se puede reducir si antes y durante el embarazo la madre ingiere diariamente suficiente ácido fólico.
Hay alimentos que contienen gran cantidad de folacina como vegetales de hojas verdes, lentejas y frijoles, naranjas y otros cítricos, aguacate, tomate, zanahoria.
La médico especialista en pediatría clínica, Merly Romero, dijo que esta enfermedad no tiene cura, pero que con extirpación quirúrgica del quiste los niños quedan con poco o ningún deterioro.
Puerto La Cruz / Anyeli Barceló
