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Escasez y altos costos disparan mercado negro de anticonceptivos

diciembre 23, 2017
Precios de las medicinas han llevado a los ciudadanos a recurrir al mercado negro / Foto: Archivo

“Tener un hijo no está en mis planes inmediatos y mucho menos con los problemas actuales del país, pero desde hace dos años mis pastillas anticonceptivas Novial simplemente desaparecieron de las farmacias. En medio de la desesperación fui con mi ginecóloga y me sugirió cambiar a Trienor, un genérico de un laboratorio cubano. En teoría las proporcionan en los Barrio Adentro y hospitales públicos, pero ni ahí las conseguí. Entonces una amiga me dijo que en las redes sociales podía buscarlas y fue ahí donde finalmente las pude encontrar”.

Así relata su experiencia Maura Rivas, una joven profesional de 25 años que mantiene una relación estable desde hace cuatro años pero que desde 2016 comenzó a experimentar problemas para conseguir sus anticonceptivos.

La crisis económica venezolana no solo se evidencia en la imposibilidad de hallar artículos de la canasta básica o en la escasez de efectivo; hasta los anticonceptivos también comenzaron a desaparecer, y mucho más las medicinas para tratar infecciones de transmisión sexual, en especial las marcas tradicionales de condones desaparecieron de los establecimientos de venta.

Hace más de un meses, tras la llegada de productos importados, comenzaron a reaparecer en los estantes pero la población no puede acceder a ellos por los altos costos, lo que obliga a recurrir a intermediarios para continuar los tratamientos.

“A través de la red social Instagram con tan solo buscar el nombre de la medicina puedo localizar varias publicaciones donde ser comercializan ”, relata Rivas.

Estos “intermediarios” por lo general trabajan en centros de salud o depósitos gubernamentales lo que les facilita el acceso a estos rubros.

Una vez el cliente muestra su interés en comprar el producto entonces comienza la negociación entre el proveedor y el usuario. “A través de los mensajes directos de Instagram pregunto por la disponibilidad del medicamento el cual por lo general se vende sin cajas (solo el blíster) y en combos de tres, es decir se puede acceder al tratamiento de tres meses” para evitar caer en malos entendidos las partes se citan en un sitio público, preferiblemente en un centro comercial o alguna estación de metro para realizar el intercambio. “El vendedor me proporciona un número de celular con el cual mantengo comunicación directa y al conseguirnos en el lugar le entrego el efectivo a cambio de las pastillas. En mi caso la última vez que compré pagué 120 mil bolívares por el tratamiento”. Rivas agrega que es bien cuidadosa al revisar los blíster por si están abiertos o vencidos.

“Como obviamente es algo tan delicado me gusta ser muy cuidadosa al verificar que la fecha de vencimiento sea lejana y que el producto esté en buen estado. Yo sé que esto no se debería hacer pero no quiero arriesgarme a quedar embarazada por un descuido”, alega.

María González también recurre a este método de compra y venta de medicinas.

En enero de 2017 dejó de conseguir su marca de anticonceptivo regular (Genesa) y su médico le recomendó cambiar por otra genérica llamada Etinor.

“Mi tratamiento lo consigo en 100 mil bolívares, por lo general, pero tengo amigas que me dicen que esas mismas personas están aumentando cada día esos precios”, relata.

A diferencia de Rivas el “proveedor” de González si le vende las pastillas en sus cajas las cuales pertenecen a laboratorios cubanos y dicen que son de “distribución gratuita”.

“Yo no estoy preparada en este momento para tener un hijo y por ello no me veo en la obligación de recurrir a estas personas en la búsqueda de mis medicinas” –insistió.

Para Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven), una de las principales preocupaciones es el aumento desmedido de los costos de los medicamentos.

“Todos los precios están dolarizados, cómo el gobierno no se va a dar cuenta”, indicó que una ayuda humanitaria solo permitiría abastecer temporalmente a las farmacias del país.

Si bien sería de gran ayuda, considera que no es suficiente para solventar la crisis en el sector de las medicinas.
“El canal humanitario no nos garantiza una solución del problema por ello se debe tener un camino en materia económica, buscar que los laboratorios produzcan”, sostiene.

Bajo consulta
La ginecóloga Obdilia De Barros relata que tanto en su consulta médica del sector público y sector privado ha aumentado la cantidad de pacientes con infecciones de transmisión sexual (ITS).

“Al menos De 10 pacientes al menos cuatro asisten a la consulta tienen algún tipo de enfermedad de transmisión sexual. Es cierto que en la consulta se están percibiendo enfermedades de transmisión sexual que antes no eran tan frecuentes pero es clara la diferencia entre las personas que van al sector público y su poca capacidad para adquirir los tratamientos así los métodos de profilaxis para evitar ciertas patologías. Además es claro que el paciente, por lo general, posee poco conocimiento de lo que pueda tener y como tratarlo”.

El punto en común es que existe poco acceso al tratamiento para algunas de estas enfermedades por los altos costos. “En el caso del paciente del centro público no posee los recursos; mientras el privado tiene la capacidad económica pero aún así no consigue, lo que en ambos casos empeora su calidad de vida”, relata.

Caracas / Rafael Arias

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