La tachirense Karen Liliana Moreno Pernía tenía 25 años de edad. Estudió la carrera de Técnico Superior Universitario en Enfermería en el IUGC de la capital tachirense.
Como tantos jóvenes venezolanos, desde su casa materna, ubicada en el sector La Palmita de San Josecito, jurisdicción del municipio Torbes, migró a Chile, hace unos cinco meses, aproximadamente, en busca de mejores oportunidades laborales, para de este modo cumplir sus metas y ayudar a su familia.
Como suele suceder con la mayoría de migrantes profesionales, soñaba con ejercer su carrera en tierras australes. Para ello había averiguado lo concerniente con los trámites que debía cumplir para legalizar su título e introducir su hoja de vida en centros de salud chilenos.
El 25 de abril, según relatan sus padres, José Luis Moreno y Petra Evelyn Pernía, Karen se comunicó con ellos para pedirles que le enviaran algunos documentos para agilizar ese proceso; sería una de las últimas comunicaciones que entablaron con su hija.
El jueves 27 de abril, la terrible noticia de que Karen había sido asesinada, los sumió en un sentimiento de dolor e impotencia que nos le ha dejado un minuto de receso. Un episodio que no se lo desean a nadie.
La chica de mirada vivaz y cabellos churcos; de sonrisa eterna, buena estudiante y soñadora, había sido vilmente estrangulada por un hombre que trabajaba en la misma finca en donde lo hacía ella, ubicada en el sector Quiyalles de la provincia de Curicó, perteneciente a la Comuna Sagrada Familia de Chile.
Tras el hecho, el victimario habría atentado contra su vida, pero no logró su cometido, por lo que tiempo después fue detenido por las autoridades chilenas y actualmente está bajo su resguardo, mientras se adelantan las averiguaciones del caso.
Según algunos portales de noticias chilenos que se hicieron eco del femicidio, este había sido cometido por la pareja de la muchacha; sin embargo, sus familiares aclararon que quien había acabo con la vida de su hija era un hombre oriundo del estado Anzoátegui, que se había obsesionado con ella.
“Ella en este momento no tenía ninguna relación, pues estaba concentrada en trabajar para salir adelante. De hecho, tras durar casada por cuatro años, se divorció, de manera amigable, y su expareja vive en Chile, pero en otra provincia. Él no tiene nada que ver con el hecho”, subrayaron.
En este sentido, María Escalante, una de las amigas de Karen Liliana envió al equipo de Sucesos del Diario La Nación unos audios en donde días atrás la enfermera, de 25 años, comenta que la estaban acosando, que un compañero de trabajo la asediaba constantemente, a pesar de que ella le había aclarado que no quería nada con él.
En estas notas de voz le dice a su amiga que está preocupada, debido a que el sujeto invadía su espacio, lo que habría generado “problemas de convivencia” en la casa del predio que les había sido asignada para residenciarse, donde tiempo después se perpetró el femicidio.
«Invadió mi privacidad, mi espacio. Se tornó feo el ambiente y no me gustó”, señala Karen, con tono de preocupación.
En otra de las notas de voz, le cuenta a María que, nuevamente, le había puesto las cosas claras al muchacho, para que la dejara tranquila de una vez.
«Con respecto al muchacho le dejé las cosas claras, le dije: mira, tú y yo no vamos a ser nada, ni seremos ni vamos a ser en ningún momento, grábate eso, pues yo no estoy preparada para tener pareja y mucho menos como tú. A mí no me gusta que me estén reprimiendo de cosas, diciéndome cosas que no vienen al caso», subrayó Karen.
Por otra parte, le comentó que no conseguía su pasaporte y que sospechaba que el referido hombre se lo habría ocultado, puesto que frente a la situación ella estaba planeando renunciar al trabajo y buscar otras alternativas.
Se espera que las pesquisas que ejecutan los funcionarios de la Policía de Investigación chilena esclarezcan este y otros aspectos del femicidio de la joven tachirense, que aumenta la cifra de las mujeres venezolanas asesinadas en otras latitudes, que a mediados del año pasado se estimaba en al menos 23 víctimas.
María Escalante, quien conoció a Karen cuando ambas tenían 18 años, en las aulas del instituto universitario durante la carrera de Enfermería, la describe como una mujer dulce y trabajadora, que cuando se proponía una meta, trabajaba arduamente, hasta cumplirla.
—Karen era una mujer muy dulce, muy tierna y carismática. Estaba siempre sonriendo. La recuerdo con su melena de cabello largo y churco. Aparte de ser una extraordinaria mujer, era una buena estudiante. Muy aplicada, muy decidida, muy segura de sí misma. A ella no le daban miedo los nuevos retos: siempre quería demostrarse a sí misma de lo que era capaz—relata María, con serenidad.
En el mes de febrero de 2019 se graduaron de TSU en Enfermería y tras permanecer por unos meses en San Cristóbal, Karen y su esposo decidieron emigrar a la ciudad de Cúcuta, en el Departamento Norte de Santander de Colombia.
—En Cúcuta vivieron por más de cuatro años. Mi amiga ejerció varios trabajos: en un restaurante, en un café. A ella no le importaba el trabajo, estaba dispuesta a aprender, a empaparse de aquello que pudiera alimentar su crecimiento. De hecho, por esa actitud se ganó más de una persona. Además quería mucho a los animales y tenía dos perritos: Max y Mustafá, que para ella eran como sus hijos—, rememora la amiga de Karen.
En noviembre del año 2022 y tras divorciase, Karen invitó a María a pasar unos días en Cúcuta, a manera de despedida. «Como si lo hubiese presentido, me dijo entonces que quería que tuviéramos nuestra última salida. Compartimos, reímos y conversamos de todo. Luego tomó rumbo a Chile, en diciembre, en donde encontró su trágico final».
En medio del dolor, su familia pide el apoyo de los tachirenses para recaudar los fondos necesarios para el proceso de repatriación de la muchacha, para lo que requieren de unos 15 mil dólares. Para ello tienen disponibles las siguientes cuentas:
Bancolombia
Leonardo Chacón Carmona
Cuenta ahorro: 82447380061
C.I 71.798.868
Táchira / La Nación