Momentos de angustia vivieron, el pasado jueves 29 de julio, los habitantes de varios sectores del municipio Simón Bolívar por el desbordamiento del río Neverí ante las fuertes precipitaciones registradas en las cabeceras.
Inesperadamente, el agua comenzó a meterse en algunas viviendas, a cuyos ocupantes no les dio tiempo de resguardar sus enseres, según el testimonio de personas entrevistadas por el equipo de El Tiempo.
“El río comenzó a subir como a las 3:30 pm al porche y en un abrir y cerrar de ojos empezó a meterse el agua. Eso afectó las camas, las puertas, y en la parte de atrás, como se taparon las cañerías, se desbordaron las cloacas y comenzaron a salir hacia adelante. A las 4:00 pm, el agua nos llegaba hasta las rodillas”, relató Yunixy Freites, quien habita en la urbanización El Cotoperí del sector La Aduana.
El ama de casa Gladys Ojeda, quien también vive en esta barriada, pero en la parte más baja, afirmó que en menos de una hora todo se anegó.
“Cuando el río se empezó a acercar, yo fui a llevar a mi hija, que está embarazada, para la casa de un familiar y dejé acostado a mi esposo, quien es diabético. Cuando regresé, a los 40 minutos, el agua estaba seis bloques más arriba. Perdimos la ropa, los pañales que venía guardando mi hija, el ventilador, todo, porque por la condición de mi esposo, no logré salvar nada”, expresó.
Aunque Rosmary del Valle García, también en estado de gravidez, no estuvo en el momento del desbordamiento que afectó su vivienda, ubicada en El Muro, dijo que por lo que vio después, las casas se inundaron en cuestión de minutos.
“Yo salí a llevar al médico a una de mis hijas, casi a las 7:00 am, y no había rastros de agua por ningún lado. Antes de las 9:00 am, 29 casas, donde residen 39 familias y 63 niños, estaban entre las aguas. Yo me enteré porque una señora me comentó que en Mayorquín el agua estaba haciendo desastre y salí corriendo para acá. Cuatro de mis seis hijos ya estaban en la casa de un vecino, resguardándose”.
García contó que ese día le tocó dormir “gariteando” -término utilizado para referirse a la vigilancia- en la entrada del sector, que es la parte más alta, para monitorear su vivienda desde allí.
En el sector La Burra, a Tibisay Bastardo no le quedó más opción que sentarse con las manos en la cabeza, a esperar conocer qué tanto resultaría afectada.
“Yo no voy a ese río por nada del mundo, pero el río vino a mí. Me senté en una silla, en el fondo de la casa, a ver cuándo el agua entraba. Tenía ganas de llorar, de todo, pero no podía hacer nada. Aunque ya había montado las camas sobre unas gaveras plásticas, igual se mojaron; la cocina, las gavetas, todo se mojó”, expresó esta habitante de una de las siete viviendas anegadas solo en la calle principal, porque en toda la comunidad se estima que otras 13 fueron embestidas por la crecida.
Autoridades brindaron ayuda
Autoridades de Barcelona, Puerto La Cruz, Guanta y la Corporación del estado Anzoátegui (Corpoanzoátegui) brindaron ayuda a las personas afectadas por la crecida del río Neverí, con la entrega de agua potable por medio de camiones cisternas; bolsas de alimentos y medicinas. Sin embargo, vecinos pidieron una solución de envergadura para que no se repita este tipo de emergencias.
Según el protector del estado Anzoátegui, Luis José Marcano, los niveles del fluvial sobrepasaron los cinco metros de altura con respecto a las condiciones normales, para afectar a más de 100 familias de las parroquias San Cristóbal, El Carmen y Naricual.
De acuerdo con testimonios de mucha gente y un trabajo especial que publicó el portal www.estampas.com en mayo de 2020 y cuyo entrevistado fue el cronista e investigador Juvenal León, la última vez que el río rebasó sus límites fue el 22 de julio de 1970: 5,36 metros. Por este motivo, el gobierno de entonces, que presidía Rafael Caldera, decidió construir el canal de alivio para desviar parte de las aguas hacia el mar, por la playa Caicara.
Y es precisamente por la falta de mantenimiento de este desagüe que los residentes de los sectores esta vez inundados aseguran que sufrieron daños en sus moradas.
A principios de mayo, cuando el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh) apenas había publicado el aviso meteorológico Nro. 04 (actualmente van 28 ondas tropicales en el país), el equipo de El Tiempo realizó un reportaje a través del cual los vecinos, especialmente de Barcelona, mostraron su preocupación porque, a su parecer, los drenajes no eran saneados a profundidad.
3 veces al parecer, se ha desbordado el río Neverí. de forma desproporcionada, en tres siglos. Al menos así es reseñado a través de algunos portales web.En barcelonahistoriasyleyendas.blogspot.com explican que el 13 de octubre de 1847, un torrencial aguacero causó una inundación en Barcelona, tan grande que provocó el derrumbe parcial de la Casa Fuerte. En julio de 1970 ocurrió la segunda y la del pasado 29 de julio.
En ese momento, el canal de alivio estaba sumergido entre la maleza y la basura, incluso las orillas están repletas de escombros y otros desechos. El panorama no era distinto cuando ocurrió la emergencia.
“Dentro del canal existen dos sectores: el de concreto y el de arena. El de arena tiene muchos manglares y una sedimentación de unos 10 metros. Eso lleva entre cinco y seis años que no se limpia”, explicó el parlamentario de la comuna Juan Petronila Hernández, Alberto Ruiz, quien habita en El Cotoperí, en donde, señaló, 45 casas fueron alcanzadas por la crecida del Neverí.
Fue el sábado 31/7 cuando los niveles del río descendieron y empezaron a despejarse las comunidades que resultaron perjudicadas por el desbordamiento, ya que, supuestamente, trabajadores de la municipalidad se encontraban drenando el canal en el tramo que desemboca en el mar. Al parecer, estaba obstruido. Charcos, humedad, zancudos y hasta serpientes forman parte del panorama actual de esos sectores.
Residentes de cinco casas de El Cotoperí fueron los más aquejados por su ubicación próxima al río, al igual que las tierras de 17 productores que no viven allí. Además de electrodomésticos como neveras, televisores y bombas periféricas, perdieron cosechas y animales.
“Yo tenía, por lo menos, media hectárea sembrada de cambur, maíz, yuca, berenjena y tomate. Todo eso se perdió”, relató Miguel Carvajal, de 75 años.
La situación es similar en el caso de Ruiz, quien estima que las pérdidas fueron multimillonarias para él, pues su siembra abarcaba la hectárea completa y criaba animales como patos y pollos, que no sabía si se habían salvado.
Francisco Araguaney, a quien se le deñaron los cultivos de chícharo, maíz, pimentón, ají y cambures que tenía en el patio de su casa, en el sector El Muro, atribuyó la inundación a la falta de mantenimiento al canal de alivio. Pero, adujo que no hay que culpar a nadie, porque “uno no puede luchar contra la naturaleza, porque nosotros estamos sobre el cauce del río”.
Además de solicitar fumigación por la proliferación de zancudos y el registro de un caso de paludismo en la comunidad, García, del sector El Muro, mostró angustia por el aumento de cuadros de gripe entre los niños.
“Es preocupante por el tema de pandemia en el que vivimos. Yo tengo a tres de mis hijos con gripe y una vecina tiene dos, por ejemplo”.
García señaló que aunque autoridades locales, que activaron un plan de revisión inmediata en las comunidades afectadas, les entregaron, en su caso, un blíster de antibiótico y uno de acetaminofén debido a las condiciones vulnerables, no incluyeron tratamientos pediátricos.
Barcelona / Elisa Gómez