Rumi Arena de Orellana, mujer que reside desde su niñez en la isla de Margarita, estado Nueva Esparta, se siente preocupada porque desde hace cinco meses la Calle Campos de Juangriego no cuenta con servicio de agua potable.
Ese problema afecta a decenas de familias y les impide asearse, limpiar sus casas y cocinar con comodidad. En medio de las dificultades causadas por la sequía, buscó soluciones por sus propios medios, pero ninguna corrigió la situación. Todo eso ocurrió ante la desidia de autoridades gubernamentales.
"Una vez vino una ingeniero que vivía cerca y me dijo que había que comprar una bomba para que llegara el agua. Como esa dama no vino más, me dirigí a Porlamar para buscar a otra profesional de la ingeniería y ella me sugirió comprar otra máquina de bombeo porque la que tenía no servía. Al final con ninguno de los aparatos pude contar con el recurso hídrico", explicó Arena de Orellana, quien recordó la sequía se agravó cuando una tercera persona se involucró en el proceso.
"Las muchachas que sabían del problema no se presentaron más y tuve que ir a la prefectura en Porlamar. Allí me mandaron con un ingeniero que vino a determinar por qué no había agua y lo único que hizo fue llevarse cosas que nunca devolvió. No me llevó con él, porque estoy viva".
"Estamos atravesando muchos problemas y la falta de agua es uno de ellos. En varias zonas hay basura y nadie viene a limpiar. De verdad, nos sentimos abandonados por el gobierno", comentó un vigilante nocturno que prefirió omitir su nombre y se quejó de otras situaciones que se presentan a diario donde reside.
"Yo sé que en Calle Campos hay muchas carencias, pero en la Calle Paz también las hay. Allí falta el agua y falla mucho la luz. Yo cumplo mis guardias en un hotel y cuando llego a mi casa, no puedo descansar porque no hay electricidad. Eso no puede suceder más".
Recordó que en el sector Las Salinas de Calle Paz la contaminación pone en peligro la salud de los infantes que juegan en las arterias viales en plena cuarentena.
"Necesitamos que los dirigentes políticos, sin distinción de color, se aboquen a solventar nuestras necesidades porque merecemos vivir mejor. Todas las comunidades de Nueva Esparta deben ser atendidas".
John Cedeño, residente de Las Salinas que habitualmente recorre 600 metros con una carretilla para llevar el recurso hídrico hasta su hogar y dijo que los apagones duran aproximadamente cuatro horas por día, respaldó el testimonio del sereno e indicó que cuando llueve la gente afronta una odisea para salir a caminar.
"Cuando llegan las precipitaciones, se desbordan las cloacas y dejan un montón de fango en las calles. El agua arrastra basura y nadie hace nada por corregir esto. El Consejo Comunal solamente se dedica a reunirse pero no nos da respuestas. Necesitamos que todo mejore en corto tiempo", dijo Cedeño.
Porlamar / Joseph Ñambre