Durante años, Dionisio Romero se ha ganado la vida con una fruta de color magenta que es muy popular en Asia. Plantó docenas de los esbeltos árboles en su terreno cerca de la costa pacífica de Ecuador.
Pero cuando el coronavirus empezó a sembrar el caos en la economía global, el agricultor de 72 años vio cómo se hundía la demanda de su fruta y los precios caían a mínimos espectaculares, borrando buena parte del beneficio que obtendría en circunstancias normales.
“Nos está afectando a toda la producción de pitahaya en el Ecuador”, dijo en una mañana reciente en su plantación, llamada Voluntad de Dios. “Como (uno) no quiere dejar que su fruta se pudra en la mata, la vende a cualquier precio”.
El virus y su gran impacto en los negocios han hecho que Latinoamérica se prepare para una crisis que podría poner a prueba la resiliencia de la ya maltrecha economía regional.
China, donde apareció el virus, lleva dos décadas introduciéndose en América Latina. Ya es el segundo socio comercial más importante de la región, de modo que cualquier contracción económica tendría un efecto dominó. La demanda de productos como el salmón chileno y la ternera argentina se ha hundido. Los precios de materias primas importantes como el cobre y el petróleo también han bajado.
Países
Es probable que los más afectados sean países como Chile, Perú y México, con economías impulsadas por la exportación, mientras que otros como Brasil y Argentina, con mercados más cerrados, podrían verse más resguardados ante los efectos negativos.
“Esto es un cataclismo para nuestra economía”, señaló Manuel Viera, presidente de la Cámara Minera de Chile, una asociación que representa los intereses del sector minero. “Mientras el precio del cobre estaba arriba, nosotros debimos haber pensado en las vacas flacas”.
El comercio entre China y Latinoamérica ascendió a 306.000 millones de dólares en 2018, alejándose de los apenas 12.000 millones de dólares a principios de siglo. Las exportaciones a China suponen ahora casi el 10% de todos los bienes producidos y enviados para vender en el extranjero.
“La región depende mucho de China y de las inversiones chinas, de modo que todos los países van a sufrir un revés”, indicó Monica de Bolle, miembro del Peterson Institute for International Economics. “Los más dependientes van a sufrir más que un revés”.
Hay crecientes indicios de que toda la economía global podría llevarse un golpe. Wall Street tuvo el lunes su peor jornada desde la crisis financiera global de 2008. Los precios del crudo sufrieron su mayor caída en un día desde la Guerra del Golfo de 1991, en medio de un clima de incertidumbre que desató una oleada de ventas. Muchos inversionistas trataban de calcular cuánto dañaría la COVID-19, la enfermedad que produce el nuevo virus, a las ganancias.
El virus ha infectado a más de 110.000 personas en todo el mundo. Por ahora, América Latina y el Caribe han registrado pocos casos, con unos 100 diagnósticos en toda la región, aunque las autoridades sanitarias confirmaban nuevos contagios casi cada día y se preparaban para un brote más amplio.
Para la mayoría, el virus solo causa síntomas leves o moderados como fiebre y tos. Pero para algunos, especialmente adultos mayores y personas con problemas de salud previos, puede causar complicaciones más graves como la neumonía. La mayoría de la gente se recupera.
Impacto
Es probable que el impacto económico en Latinoamérica se haga notar en varios frentes: una devaluación de monedas cuando los inversionistas busquen refugio en el oro y los dólares estadounidenses, un declive del turismo y caídas en los precios y la demanda de exportaciones.
En Colombia, las empresas de flores dijeron haber redirigido a otros mercados ramos frescos previstos en principio para China. En Chile, los exportadores de fruta dijeron que las cosechas como fresas se estropeaban en los puertos chinos, en un panorama de ciudades en cuarentena y caídas en los precios. Barcos cargados de salmón destinado a China fueron redirigidos a Brasil y Estados Unidos. En México se temía que los problemas en las cadenas de suministro afectaran a las plantas de ensamblaje.
Goldman Sachs rebajó su previsión de crecimiento para varios países en la región, incluido Brasil, debido en parte al coronavirus. La economía brasileña creció apenas un 1,1% en 2019, su tercer año seguido de escasa actividad tras una dura recesión de dos años.
Rubens Ricupero, brasileño y que durante casi una década fue secretario general de la Conferencia de Naciones Unidas de Comercio y Desarrollo, señaló que el país podría verse algo protegido porque está relativamente poco integrado en el comercio global. Sin embargo, señaló, la caída de los precios del petróleo el lunes probablemente tendría repercusiones bajando los ingresos por exportación de la gigante estatal Petrobras, entre otros efectos secundarios.
“Habrá un impacto dispar en Brasil, en general perjudicial”, expresó.
Una mala racha en la industria petrolera sería especialmente dañina para países como Venezuela, que ya está en una situación límite. La producción petrolera de Venezuela suponía hasta 37 millones de dólares diarios, pero la repentina caída de los precios del crudo redujo esa cifra a 20 millones de dólares, según estimaciones de Russ Dallen, responsable de la correduría Caracas Capital Markets, con sede en Miami.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro ha tenido problemas para frenar la hiperinflación, una contracción económica peor que la Gran Depresión de Estados Unidos y crecientes sanciones contra su renqueante sector petrolero.
Ecuador, donde ya se esperaba una contracción de la economía este año, también podría verse golpeada por el descenso sostenido en los precios del crudo porque el país depende de esos ingresos para tener liquidez, según los analistas. El petróleo es la principal exportación del país y genera miles de millones de dólares anuales para el pequeño país andino.
“Estamos en un escenario, no digo catastrófico, pero bastante delicado, bastante difícil”, declaró el martes el presidente, Lenín Moreno, que prometió nuevas medidas para compensar los efectos económicos negativos del virus.
Al menos un sector en la región disfrutaba de un buen momento: en Brasil, la Companhia Nacional de Álcool, de 71 años, dijo que se había disparado la demanda de su desinfectante de manos. La compañía dijo haber vendido más de un millón de unidades de su marca más popular en febrero, respecto a los 200.000 frascos del mismo mes del año anterior. La firma añadió un segundo turno en sus instalaciones, con otros 20 empleados, y estudiaba si empezar a exportar sus productos.
“Nuestros trabajadores están muy implicados en esto, haciendo muchas horas extra”, aseguró el director general, Leonardo Ferreira. “Ven lo preocupados que están sus amigos y familiares”.
De vuelta en la plantación de Romero en Ecuador, fruta que solía venderse por 2,50 dólares el kilo (2,2 libras) se vende ahora por unos 80 centavos, cuando encuentra comprador.
Después de una vida como agricultor, dijo que empezó a cultivar pitahaya hace una década porque le intrigaban sus beneficios nutricionales. La fruta tiene un color magenta o amarillo y un exterior suave pero denso con tallos verdes similares a plantas suculentas. El interior está lleno con una delicada fruta blanca salpicada de diminutas semillas negras.
Sus vecinos, señaló, le explicaron que nunca la habían probado y es deliciosa.
Romero ha visto altibajos económicos antes, de modo que está dispuesto a capear la tormenta.
“Eso es la vida de nosotros: producir, con precios altos o bajos".
Progreso / Christine Armario y Marcos Pin Méndez / AP