Para ser un lunes, la ciudad de Cumaná amaneció sola y sin movimiento. El tráfico estaba ausente al igual que el transporte público.
Los establecimientos comerciales estuvieron cerrados en su mayoría, y el Mercado Municipal tampoco abrió sus puertas. Sin embargo, en el centro de la capital, las farmacias, bancos y supermercados levantaron las santamarias, pero con actitud precavida.
En las calles se respiraba cierta tensión, ya que los rumores estuvieron a la orden del día, lo que mantenía alerta a los dueños de negocio.
Las instituciones públicas, como la contraloría del estado Sucre, trabajaron a media máquina y en horario corrido, al igual que los organismos de seguridad.
“Salí por pura necesidad, tenía que sacar dinero en el banco. Las calles parecen las de un pueblo fantasma”, comentó la profesora Del Valle Rojas.
Agregó que hay una ambiente de suspenso y expectativa en todos lados. “Venezuela no se merecía amanecer así después de tan hermoso proceso electoral”.
A medida que transcurría el día, el panorama varió levemente, las personas empezaron a salir pero no duraron mucho porque había amenaza de saqueo en el centro.
Pasadas las 12:00 del mediodía una gran cantidad de funcionarios policiales y de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) fueron desplegados en las avenidas Arístides Rojas y en el centro de la primogénita.
De igual manera se observaban caravanas de motorizados de los diferentes efectivos policiales.
Los pocos negocios que seguían abiertos cerraron sus puertas como medida de prevención.
Por otro lado, a esta misma hora en algunas urbanizaciones se empezaron a escuchar cacerolas.
No solo sonaban las ollas, sino que además las personas gritaban “fraude”, “esto es ilegal”, además de groserías en contra del presidente Nicolás Maduro.
Cumaná / Corresponsalía