Entrevistar a Chelique Sarabia era un placer para cualquier periodista. De eso pueden dar fe todos los que pudieron hacerlo para esta casa editorial. Con él se podía tratar cualquier tema. Su hablar pausado no hacía justicia a su gentilicio margariteño. Era culto, jocoso, respetuoso y jamás dejaba de fijar su posición.
La humildad en su personalidad era evidente. La última vez que le abrió las puertas de su casa a El Tiempo fue en septiembre de 2020 para grabar su experiencia con la Coral Polifónica de Oriente. A sus 80 años le era difícil creer todo lo que había logrado. No sólo en este rincón oriental, sino en Venezuela y el mundo entero.
Contó que había perdido la cuenta de todas las canciones que había escrito. Tenía borradores en hojas de papel reciclado. Su estudio de grabación era casi un museo. Allí se podía encontrar cualquier cosa hecha por él.
Poemas, esculturas, pinturas, fotografías y hasta los más creativos muebles elaborados con sus manos podían ser vistos. Todo orgullosamente presumido por su amada María de Jesús Sifontes. Ni hablar del Grammy.
La noche del jueves se apagó la voz del maestro Sarabia, pero no así su música y todo el legado cultural que dejó en sus 81 años de vida.
Honores a Chelique
El alcalde del municipio Urbaneja, Manuel Ferreira, decretó tres días de duelo por su partida.
Mañana 18 de febrero, a las 10:00 de la mañana, se efectuará la Misa Exequial, ceremonia en la que se dará el último homenaje antes de ser sepultado en el Cementerio Parque Metropolitano.
Barcelona / Mariví Matute