Franck Louissaint suspiró y frunció el ceño cuando salió a su patio y corrió unas cortinas de baño que protegían un cuadro, obra de un antiguo sacerdote vudú convertido en un renombrado artista plástico haitiano.
La pintura de la década de 1960 una vez representó un espíritu vudú alegre conocido como loa, pero se deformó en algo más parecido a la imagen satelital tridimensional de unas montañas tras ser dañada por los escombros y las inundaciones que ocasionó el terremoto de 2010 en el museo donde se exhibía.
“¡Es como la piel de un cocodrilo!”, exclamó Louissaint, un artista que prevé que la restauración de la obra de Robert Saint-Brice le tomará siete meses más.
Es una de docenas de pinturas famosas que diversos artistas aún intentan salvar casi una década después del sismo de magnitud 7.0 que mató a unas 300.000 personas y dañó incontables edificios, entre ellos el Museo de Arte Haitiano de la Universidad Saint Pierre, uno de los principales del país.
Aunque muchos haitianos comenzaron una nueva vida desde el terremoto, el museo permaneció cerrado nueve años y sólo recientemente abrió una pequeña sala para exponer un puñado de cuadros. Más de 600 acuarelas y pinturas de artistas prominentes siguen almacenadas y en peligro de descomposición mientras un pequeño grupo de artistas lucha por salvar la institución.
Recientemente, el presidente del museo, Louis Du Bois, de 91 años, hizo un rápido recorrido por el espacio, apuntando los daños en el techo y las paredes y poniéndose ocasionalmente sus lentes para inspeccionar ciertas pinturas.
“Tenemos que reabrir al público”, dijo. “Todos los grandes artistas están aquí”.
El sismo también destruyó otros museos y galerías en Haití. En el Musée Galerie d’Art Nader, que tenía una de las colecciones más grandes de arte haitiano, se reportaron pérdidas por 30 millones de dólares.
Pero el Museo de Arte Haitiano era conocido como uno de los pocos en el mundo que preservaba el arte local del siglo XX. El museo, que solía recibir 9.000 visitantes por año, está acunado en la esquina sureste de la zona histórica de Puerto Príncipe y cuenta con obras de arte mayormente donadas. Fue creado en los años 70 como una fundación por haitianos amantes del arte para conmemorar al pintor estadounidense DeWitt Peters, conocido por liderar el Centre d’Art de la nación. Ese centro estuvo cerrado cuatro años tras el terremoto.
En el museo de arte actualmente se exhiben menos de una docena de pinturas, incluida una titulada “Matrimonio por interés” de Rigaud Benoit, considerado otro maestro del arte haitiano, y “Torre de Babel” de Préfète Duffaut, cuya obra coleccionaba Jacqueline Kennedy Onassis. Ambos pintores también crearon murales dentro de una catedral en Puerto Príncipe que fue destruida por el terremoto.
La pintura más antigua del museo es de 1945, del artista haitiano Hector Hyppolite.
El Smithsonian Institution ha ayudado al museo a restaurar algunos cuadros, al igual que el Louvre, que también donó 1.000 catálogos que ilustraban todas las pinturas de Hyppolite para que las autoridades locales pudieran venderlos y ayudar así a recaudar fondos.
Pero el museo todavía es una colección de paredes en blanco, con cientos de pinturas apiñadas en un depósito pequeño, expuestas al calor, la humedad y otros peligros. Se las saca de ahí ocasionalmente sólo para limpiarlas.
Entre aquellas que esperan restauración hay una pintura de los años 60 de Jean-Claude Toussaint con una escena selvática exuberante que fue casi partida en dos y también tiene una raja diagonal. Permanece enrollada con una cinta protectora amarillenta que ha perdido su adherencia.
Du Bois calcula que el museo necesita 50.000 dólares para reabrir, pues deben reparar el techo, restaurar la instalación eléctrica y más de 30 pinturas que sufrieron daños extensos en el terremoto.
Uno de los que ayudan en los esfuerzos de restauración es el pintor Erntz Jeudy, en la cercana Universidad Quisqueya. Recientemente se sentó frente a una obra de 180 por 200 centímetros (71 por 79 pulgadas) del artista Edouard Duval Carrié titulada “El Ejército Republicano de Santo Domingo”, cuyo lienzo perdió por completo la pintura en ciertas áreas.
“Esto significa mucho para mí porque es la restauración de una herencia muy rica”, dijo. “Es maravilloso poder trabajar y transmitirle esto a generaciones futuras”.
Es un sentimiento que comparte Louissaint, quien trabaja hasta 10 horas diarias por los 3.000 dólares que está recibiendo para restaurar la pintura de Brice. Dijo que lo enorgullece tener permiso de tocar obras de arte de maestros.
“Es la historia del viejo Haití”, señaló. “Comienza a vivir de nuevo”.
Puerto Príncipe / AP