El español Carlos Alcaraz aplastó a Cameron Norrie (6-2, 6-3 y 6-3) y se clasificó a las semifinales de Wimbledon por tercer año consecutivo.
Para justicia con Norrie, cuyos cuartos de final superan por mucho sus expectativas previas al torneo, pocos (o nadie) esperaban que diera la sorpresa este martes. Su tenis, defensivo y ortopédico al ojo del espectador, sirvió para amortiguar los 103 golpes ganadores de Nicolás Jarry, un tenista más propenso al error y al desquiciamiento al que le llevó el británico, pero con Alcaraz es una historia bien diferente.
No solo porque le conoce y sabe de sus tácticas, como las vivió en Río de Janeiro 2023, cuando le trató de ‘atracar’ un punto, sino porque el español va de menos a más en este Wimbledon y está ya en el punto de ser considerado el máximo candidato al título, sobre todo por las dudas de Jannik Sinner con el codo.
Una candidatura lógica, por su doble campeonato aquí, y porque ya lleva en la mochila la dosis de sufrimiento necesaria en cada torneo. Pasó esa fase contra Fabio Fognini y Andrey Rublev y ahora lo que toca es disfrutar, hacerlo fácil como contra Norrie, al que batió en su tercera victoria más rápida en Grand Slam.

Bajo control
Porque Alcaraz daba la sensación de tenerlo todo bajo control desde el inicio, desde que con su raqueta mandaba a dormir pelotas en la red y despertaba los rugidos del público con sus golpes ganadores. Pese a ser un británico en Londres y sobre todo en Wimbledon, un lugar que en casi 90 años solo ha visto ganar a Andy Murray, Norrie no se ganaba ni la simpatía del público.
Ni cuando conseguía puntos importantes y necesitaba a su gente, como al salvar una bola de ‘break’ con 6-2 y 1-0, abajo, el británico lograba encender a los suyos. John McEnroe, en la retransmisión inglesa, le pedía más agresividad, pero la táctica de Norrie era otra: esperar un milagro.
Con un kilo de crema solar en la cara, Norrie no tenía el enemigo más importante en el sol, sino al otro lado de la pista, donde Alcaraz revoloteaba con la libertad de no tener un rival incómodo.
Y no hay nada más peligroso que cuando a un artista del talento del murciano se le entrega la libertad de un lienzo en blanco.