El Talibán resurgió en Afganistán luego de gobernar en ese país de 1996 a 2001, en lo que fue una polémica gestión que sólo fue reconocida por Arabia Saudita, Pakistán y los Emiratos Árabes Unidos. Hoy día, tras la retirada de las tropas estadounidenses, 20 años después de un suceso que acaparó la atención mundial en territorio norteamericano, miles de personas huyen en medio del temor de que el país del Medio Oriente vuelva a convertirse en santuario de la organización terrorista al-Qaeda.
La nación asiática ha sido escenario de guerras perpetuas que han causado muerte y destrucción. La dantesca situación se inició en 1979, en plena Guerra Fría. De acuerdo con la historia, la Unión Soviética (URSS) invadió Afganistán para colocar en Kabul a un gobierno comunista afín, pero al marcharse, los grupos del Talibán fueron unas de las facciones que lucharon para hacerse del poder.
En el año 1994, el grupo surgió para tomar la ciudad de Kandahar, en el sur de Afganistán, bajo el mando de mulá Mohammad Omar, quien dirigió a los militantes hasta su muerte en 2013. Al tomar el poder en el año 1996, tras llegar a la capital, Kabul, impusieron una forma estricta de ley islámica y actuaron bajo el lema de restaurar el orden y la justicia, lo que fue apoyado en su momento.
Aunque la guerra en Afganistán se remonta a los años 70, fue el 11 de septiembre de 2001 la fecha que marcó una nueva era que incluyó a Estados Unidos (EE.UU.) en este conflicto. Ese día, varios ataques contra la nación norteamericana causaron la pérdida de casi 3.000 vidas. Cadenas de noticias reportaban que aviones habían sido secuestrados y estrellados contra el World Trade Center, en Nueva York, y el Pentágono en el condado de Arlington, Virginia.
Otro avión, que sería redireccionado hacia El Capitolio en Washington, se estrelló en las cercanías de Pensilvania cuando viajeros y tripulación se enfrentaron a los atacantes.
¿El responsable de estos hechos?: Osama Bin Laden, el jefe del grupo terrorista islamista al-Qaeda, a quien grupos del Talibán, formado por islamistas radicales que controlaban Afganistán, se negaban a entregar. No obstante, un mes después, en su búsqueda, EE.UU. contraatacó, vía aérea, a ese país para derrotar a estos enemigos, comenzando así un conflicto que sumó 20 años en la historia del país de Oriente Medio.
La llegada de los soldados estadounidenses a Afganistán, junto a aliados internacionales, puso a temblar al Talibán, cuyos combatientes abandonaron el poder y se trasladaron hacia Pakistán. Sin embargo, ese no era el fin. Según explica la BBC Mundo, permanecieron atrincherados, mientras su influencia se iba popularizando, financiados con ciento de millones de dólares gracias al tráfico de drogas, los impuestos y la minería.
En 2004, Hamid Karzai, líder de la tribu Popalzai Durrani, fue electo como el primer presidente bajo una Constitución aprobada el 26 de enero de ese mismo año. Cumplió dos mandatos de media década cada uno (2004-2014). Su gestión fue respaldada por el gobierno norteamericano, pero durante ese tiempo los talibanes siguieron fortaleciéndose y los ataques mortales mantuvieron su rumbo, ocasionando graves daños a civiles y militares hasta el sol de hoy.
La guerra por el poder en Afganistán ha significado la muerte de más de 2.300 militares, hombres y mujeres estadounidenses, mientras que más de 20.000 han resultado heridos. Pero no solo soldados norteamericanos han estado en el combate, sino también británicos y de otras nacionalidades. Cabe acotar que la población civil ha sufrido la mayor cantidad de bajas, además de las fuerzas de seguridad afganas, reseña la BBC Mundo.
Según refiere un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), desde 2009, cuando el organismo comenzó a registrar sistemáticamente las bajas civiles, al menos 111.000 personas de este grupo social han fallecido o salido heridas en una guerra, cuyo costo financiero estimado para el contribuyente estadounidense se acerca a la asombrosa cifra de US$1 billón.
La decisión
La retirada de las tropas de estadounidenses se pactó cuando el entonces presidente Donald Trump (2017-2021) intentaba poner fin a las guerras de Irak y Afganistán, a través de un acuerdo de paz en el año 2020 con los soldados del Talibán. El convenio planteaba que el grupo islamita sostuviera conversaciones con el gobierno afgano (presidido por Ashraf Ghani Ahmadzai), no atacar a EE.UU. y evitar a toda costa que grupos de al-Qaeda controlaran territorios en el país.
Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, el pacto establecido el 29 de febrero del año pasado en la ciudad de Doha, Qatar, seguía su curso, pero sin tener en cuenta algunas condiciones, pues a medida que los soldados se retiraban, el Talibán fue ganando terreno, pese a que se tenía previsto que serían las fuerzas de seguridad afganas las que tomarían el control del país después de la retirada occidental.
La salida total de las tropas estadounidenses se realizaría antes del 1º de septiembre. Biden ordenó que comenzara el 1º de mayo, pese a que reportes noticiosos presumían que podía extenderse a noviembre. Ahora, el jefe de Estado enfrenta una intensa reacción política por su “apresurada” decisión, que conllevó la declaración de la victoria por parte de los talibanes después de que el presidente afgano Ashraf Ghani huyera del país, a fin de “evitar un derramamiento de sangre” y que su gobierno colapsara.
"Los estadounidenses no pueden ni deben luchar o morir en una guerra que los afganos no están dispuestos a luchar por sí mismos", fueron las primeras palabras de Biden desde la Casa Blanca, citado por la BBC Mundo, tras hacerse viral imágenes de los disturbios provocados. Además, culpó a los líderes políticos afganos del colapso que generó el hecho de que el Talibán derrocara al gobierno y dominara al país “más rápido de lo anticipado”.
De acuerdo con una explicación de la cadena de noticias, publicada en su página web el pasado 15 de agosto, “en términos políticos lo más pragmático habría sido seguir firmando cheques para pagar la permanencia de los militares estadounidenses en Afganistán durante un año más. Y luego otro. Y quizá otro después (…) La presión política para retirarse no era abrumadora”.
El temor al retroceso
El regreso del Talibán y las leyes islámicas ha generado diversas opiniones en todo el mundo, mientras el temor se acrecienta entre las mujeres y niñas de Afganistán. Diversas organizaciones en todo el mundo alertan sobre el grave perjuicio que podrían sufrir los derechos civiles en un país cuyo futuro cada vez es más incierto.
Actualmente todo es una incógnita. Cabe señalar que, entre 1996 y 2001, el Talibán impuso numerosas restricciones a la población femenina, como prohibirle salir de sus casas sin un pariente hombre, también estudiar, desempeñar un trabajo y lucir sus rostros; para esto, debían utilizar el burka (velo largo que cubre desde la cabeza hasta los pies) con una rejilla para poder ver.
En una rueda de prensa reciente, después de haber tomado la ciudad de Kabul y haber controlado todo el territorio nacional, donde el caos reinó y miles de afganos buscaron huir, incluso, colgados en aviones, extrañamente moderados y conciliadores, pero manteniendo firme su defensa de la ley islámica, los representantes del Talibán manifestaron sus intenciones de “respetar” el derecho de las mujeres y mantener relaciones pacíficas con otros países.
"Vamos a permitir que las mujeres trabajen y estudien dentro de nuestro marco", dijo el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, en referencia a la sharía, la ley islámica que el Talibán interpreta de forma radical y limita los derechos de las mujeres. "Las mujeres van a ser muy activas dentro de nuestra sociedad", expresó el grupo, citado por la BBC Mundo.
Puerto La Cruz / Redacción Mundo