Un lunes de junio, en una acomodada zona de la capital panameña, algunos vecinos notaron un movimiento inusual: automóviles entraban y salían del estacionamiento de un edificio donde un apartamento había sido renovado apenas unos días antes.
En esa unidad del edificio Coco del Mar Suites alguien estaba llevando a cabo una vacunación clandestina contra el coronavirus con presuntas dosis de Pfizer-BioNTech, a pesar de que en el país centroamericano las inoculaciones son gratis y se aplican según la edad y grupo de riesgo.
Los investigadores pronto lo vincularon con otra vacunación clandestina detectada una semana antes en el piso 43 de un rascacielos en el rico vecindario costero de Punta Pacífica.
Las autoridades han confirmado que sólo 32 personas se inocularon, pero los hechos han causado enfado entre los panameños, incluidos los enfermos crónicos, que esperan las vacunas mientras la nación de 4,2 millones de habitantes vive un repunte de contagios.
“Aquí son gente de dinero y algún contacto tendrían con alguien para vacunarse”, dijo a The Associated Press Jacinto Ortega, un panameño de algo más de 40 años al llegar a Punta Pacífica a entregar víveres a unos residentes.
La primera jornada de vacunación clandestina tuvo lugar el 1 de junio en el domicilio de una mujer identificada como Celine Gazal de Esses. Quince personas fueron supuestamente inoculadas, incluidos familiares de Gazal y algunos empleados, según la investigación supervisada por el fiscal general Javier Caraballo.
Panamá / AP