La joven técnico superior universitario (TSU) en Higiene y Seguridad Industrial, Álison Figuera, nunca olvidará la pandemia de Covid-19.
No sólo la recordará —como la mayoría— por la cantidad de enfermos y fallecidos que ha dejado esta terrible enfermedad, sino también por el impacto que tuvo en su área laboral y financiera.
Y es que Álison fue despedida de su trabajo formal en medio de la “ya eterna cuarentena” y esto la embargó de preocupaciones, sobre todo por ser madre soltera.
“En la empresa donde laboraba aplicaron reducción de personal y por eso fui despedida. Es por ello que desde hace cinco meses aproximadamente, decidí dedicarme a la repostería y hacer de esto un estilo de vida y mi principal fuente de ingresos. Antes solo realizaba postres para familiares y amigos. Ellos fueron el impulso para hacer de esto un negocio que se inició en pandemia”, contó.
Como la joven Figuera tenía el conocimiento para dedicarse a este oficio, decidió inscribirse en un curso de pastelería profesional para aumentar sus destrezas y mejorar sus postres.
“Es necesaria la formación, y no sólo para realizar un producto, sino para tener en tu menú una gran gama y ofrecer variedad y calidad. La repostería puede ser la principal fuente de empleo, pero debe haber constancia y mucha disciplina, ya que en la actualidad es un mundo muy competitivo”, resaltó.
Una experiencia similar vivió la barcelonesa María José Cacharuco, quien comenzó a incursionar en la repostería, en agosto de 2020, como una opción para ganar algo de dinero durante un corto tiempo, pero que luego se convirtió en su primera actividad generadora de ingresos.
Apenas llegó la pandemia, su esposo vio mermado sus ganancias porque el taller mecánico donde se desempeñaba tuvo que cerrar sus puertas al público, a fin de respetar la cuarentena decretada por el Gobierno.
“Mi proyección es que con la ayuda de Dios, yo pueda llegar a tener un espacio físico, donde pueda ofrecer mis dulces y tortas, y generar fuentes de empleo para otros, no solo vendiendo postres, sino también capacitando a más personas para desempeñar este lindo oficio”.
Alison Figuera
TSU Higiene y Seguridad Industrial / Repostera
“A mi esposo no le salían trabajos y por eso sentíamos presión. Yo había hecho un curso de peluquería, pero como no tenía clientes frecuentemente, no me parecía rentable. Entonces pensé en ponerme a vender galletas con el apoyo de mi hermana. Después empezamos a vender vasitos de torta y a través del Facebook me empezaron a salir clientes”, relató.
María José considera que la repostería produce mucho más dinero que la peluquería. Por esa razón, acotó, no se vislumbra aplicando sus conocimientos en corte y secado de cabello como la mejor forma de lograr el sustento del hogar.
“Yo creo que puedo vivir de esto (repostería), si logro tener más clientes. Me veo en un futuro con un local propio, donde pueda vender mis tortas y que la gente tenga ratos de recreación. Algo así como tortilandia, un lugar familiar”, acotó.
Durante años, la repostería ha sido un oficio habitual en Venezuela, pero desde que llegó el coronavirus al país ha tomado un nuevo auge, y cada vez son más las personas cuyos recursos monetarios dependen de la venta de tortas, quesillos, panes dulces, besos de coco, entre otros postres.
El economista anzoatiguense Gilberto Román afirma que durante la pandemia de Covid-19 se ha incrementado, además, la venta de comida rápida, hielo y dulces caseros.
“Y así como ha crecido la repostería y la venta de comida rápida, también ha traído consigo el emprendimiento de pequeñas y medianas empresas que ofrecen servicio de delivery, que tiene la función de acortar la distancia y llevar el producto hasta el consumidor, tanto en bicicletas como en motos. Esto ha cobrado auge”, explicó.
A juicio del experto, esta actividad, en específico, llegó para quedarse dentro del modelo económico venezolano. Acotó que la decisión de volver a un empleo formal por parte de quienes ahora apuestan por algún emprendimiento dependerá del tema salarial.
De acuerdo con datos aportados por el primer vicepresidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) en Anzoátegui, Marco Tulio Salazar, la pandemia de Covid-19 ha provocado que el mercado informal haya pasado de 50% a 80% en la entidad.
Puerto La Cruz / Jesús Bermúdez Pino