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, 02 de mayo de 2025
El Tiempo Informando al Pueblo Oriental

Rosie Berrido en Broadway: “De todo se aprende”

mayo 1, 2025
Rosie Berrido en un ensayo del musical “Buena Vista Social Club” / Foto: Ashley de la Rosa

“Limpia el camino de paja que yo me quiero sentar en aquel tronco que veo y así no puedo llegar…”

Aún hay sorpresas, aunque mucho se ha escrito sobre “Buena Vista Social Club” desde que el mundo descubrió en 1997 a unos eclécticos veteranos músicos cubanos que por años habían sobrevivido en bajo perfil a los embates de la revolución, la censura y el embargo, alimentados por el salitre y sus pasiones.

Un disco que llegaría a ser uno de los álbumes latinos más vendidos, viajes, entrevistas, conciertos y hasta un documental de Win Wanders nominado al Óscar (2000) desempolvaron las vidas de estos “muchachos”cuando quizá ya no pensaban más que en el ocaso antillano. Ahora, con algunos de ellos ya mirando desde el cielo -Compay Segundo, Ibrahim Ferrer-, su historia ha llegado a Broadway como un musical, tras años de concepción y arduos ensayos.

Son, bolero, descarga, danzón, guajira, criolla, jazz y otros ritmos se funden en esta producción tan sencilla como poderosa narrada entre un malecón y taguaras a dos tiempos (1959 y 1996), y que hoy sumó 10 nominaciones a los premios Tony, los más importante del mundo teatral.

Pero, ¿cómo contar esa historia en inglés con canciones en español y un director keniano (Saheem Ali) usando actores no necesariamente hispanos ni todos bilingües? Una de las figuras responsables de hacerlo posible es la actriz Rosie Berrido, esta vez tras bastidores, como asesora de dialectos y acentos. Proyectando su experiencia histriónica, mayormente teatral, la neoyorquina de raíces dominicanas e ibéricas abonó ahora en Playbill el icónico crédito de “Dialect & Accent Coach”.

“Mi preparación como coach empieza casi sin darme cuenta desde que trabajo como actriz bilingüe. La primera clienta que tuve me había visto en una obra teatral y me pregunto si podría ayudarla con una audición… y se ganó el comercial. Decía que yo le señalaba cosas que desconocía en cuanto a su actuación o pronunciación. Con el tiempo me recomendó a un actor y ese actor recomendó a otro. Entonces por un tiempo corto fue una práctica consistente y divertida. Muchos actores profesionales aún, ya establecidos, suelen buscar cada tanto asistencia ya sea para algún acento o preparar algún personaje”, relata Berrido desde su hogar en el Alto Manhattan.

“Luego un momento significativo para mí fue estando en Repertorio Español en el estreno mundial de La casa de los Espíritus, la adaptación de la novela de Isabel Allende. Durante los ensayos el director José Zayas señaló que no estábamos todos en la misma página en cuanto a acentos. Yo tenía dos personajes y uno era el conde de Satigne –un hombre y con acento francés-, personaje que yo adoraba y cuya magia evidentemente trascendía pues en varias ocasiones recibí ovaciones durante y después de mis escenas. Era la primera vez que me pasaba algo así.Fue muy especial en mi carrera. En un momento un actor le comentó al director que no tenía muy claro a quién debía escuchar para neutralizar su acento. De manera colectiva preguntamos quién era el más entre comillas “neutral” y el director contestó: ‘Rosie Berrido. Una de las cosas que me encanta es que cuando habla español no puedo identificar de dónde es. ¡Y además lo logra en inglés tambien!’. También el ser bicultural me da muchas ventajas. Nacida y criada en Nueva York, pero de padres hispanos con fuertes lazos en nuestra cultura e idioma. Entonces ahí se va acumulando una trayectoria en lo que es esto del coaching de actuación, dicción y reducción de acento”.

Diálogo

-¿Cómo llegó a Buena Vista Social Club?

-Hace unos 15 anos, después de un accidente automovilístico, yo me bajo del escenario, continuo con mis audiolibros y me decido por el coaching a tiempo completo. Aunque todavía esporádicamente me encuentre frente a las cámaras en alguna película o serie de televisión, pues la actuación siempre será el primer y gran amor de mi vida. Después de haber traducido el quinto monólogo de John Leguizamo en 2012, trabajar con él seis meses y viajar a Colombia con su equipo, hemos seguido colaborando y coincidencialmente él llega a ser uno del productores del musical Buena Vista Social Club.

Pero en realidad “La primera vez que el director de Buena Vista Social Club me llamó fue para uno de sus primeros proyectos en The Public Theater de Nueva York. Él había obtenido mi información de un profesor de Literatura en la Universidad Carnegie Mellon. Tuvimos muy buena química, hablamos de muchas cosas, incluyendo su mudanza a Estados Unidos y su gran interés y cariño por nuestra cultura latina. El proyecto para el cual me llamaba era una radionovela, adaptación de Romeo y Julieta, con Lupita Nyong’o. Recién entrábamos en Covid y todo el elenco de veinte y pico de actores estaban en varios países. Todo fue por Zoom. El proyecto tenia tres coaches: uno para el texto clásico, una para el inglés y yo para el español. La adaptación de Shakespeare era bilingüe, con lo cual me tocaron casi todos los actores para el español, y uno que otro en inglés. Cuando estrenó la radionovela, el director me dijo: ‘Hablaremos muy pronto’ y en unos meses ya me estaba llamando para un taller de un musical que estaba en sus primeras etapas…”.

Se trataba de Buena Vista Social Club. “El plan era que los actores tuvieran acentos bastante marcados cuando hablaran en inglés. Trabajamos para agregar un acento latino y con las canciones en español. Y así arrancamos. Los talleres tomaron lugar durante el próximo año y medio, y al cabo de dos años estrenamos en Atlantic Theater Company”.

-¿Cómo fue la transición de Off Broadway 2023 a Broadway 2025?

-Fue interesante. Para empezar el elenco no sería totalmente el mismo. Algunos personajes necesitaban coaching para cantar en español y otros para el inglés. La idea era encontrar un término medio entre todos los niveles de acentos. Y por supuesto prepararlos a todos para que las canciones en español estuviesen impecables. En los talleres yo había establecido una muy buena comunicación con el escritor (Marcos Ramírez) y sobre la marcha me permitía sugerencias de algunos vocablos que resultaban mas fácil para algún actor. Básicamente el proceso fue casi el mismo, sólo que ahora el camino a Broadway suponía una campaña publicitaria más grande y en preparación se hicieron pequeños conciertos y presentaciones de algunas escenas en museos y centros culturales. Tambien siempre estuve presente en las grabaciones en el estudio musical.

-¿Cuáles han sido los mayores retos?

-Navegar un poco los niveles de entrenamiento y experiencia de los actores. Cuando tienes un elenco de veteranos sobre las tablas te enfrentas con lo ‘normal’. Me refiero al hecho de que si una producción tiene una coach es porque no todos dominan un mismo dialecto; eso es básico y fijo. Aunque los niveles de disciplina, neuroplasticidad, destreza de oído con acentos, susceptibilidad, etc, influyen en el aprendizaje y proceso, es un poco más estable y claro cuando son actores de mucha trayectoria. Pero cuando tienes un elenco donde hay actores más jóvenes de ‘menos tablas’ y además monolingües, ahí casi se trabaja el doble. También un reto que mucha gente no sabe es que a veces un actor que domina el español puede por inclinación natural o regional aspirar una 's' o darle un color distinto a una vocal, pero ese mismo acento no le funciona al que no habla español. Con lo cual con frecuencia me encontraba diciendo “no te comas la 's’”. La idea no era convertirnos en cubanos, era simple y llanamente hablar bien en español. Eso se discutió en varias ocasiones. Yo abogo por un español correcto, porque es teatro y nuestro público es universal. Para mí, aún las cosas difíciles son un regalo porque realmente amo el trabajo, tanto el de dicción como la actuación y en mi acercamiento tengo muy presente que ambos van de la mano. Y de todo se aprende.

-La producción ha sido un éxito de taquilla y crírica. ¿Cuáles han sido sus mayores satisfacciones personales?

-La primera es que el público piense que un actor no latino lo es. Yo siempre supe que el manejo de las canciones debía ser impecable. Con esto no insinúo que el texto hablado es menos importante, pero si alguien pronuncia algún nombre como ‘Bonifacio’ con un acentito eso no me molesta tanto como que alguien pronuncie incorrectamente una frase del bolero Dos Gardenias o cualquier otra canción; o que alguien diga 'anque' en vez de 'aunque'. En una de sus entrevistas Natalie Venetia Belcon -quien interpreta a Omara Portuondo en la década de los 90- comparte que con frecuencia le preguntan de qué parte de Cuba es ella, ¡pero ella no es cubana, ella es nacida en Trinidad & Tobago criada en Estados Unidos!; y dice que el hecho de que piensen que es cubana se lo debe a su coach… Me río y se me llena el corazón de tantas cosas muy bonitas. Cuando yo la conocí hace unos años lo primero que me dijo -en inglés por supuesto- fue: ‘Prepárate, porque en español yo sólo se decir Oula (hola)’.

“Y luego, e indudablemente no menos importante, está el hecho de que en alguna que otra sesión durante el proceso de un ensayo sale a la luz que un actor latino no hablaba español porque sus padres nunca le enseñaron el idioma. Después de haber repasado vocales, diptongos, fonemas, etc intuí que el actor tenía una barrera enorme. No era impedimento físico, era emocional. Guiada por mi intuición compartí con él la historia de un cliente que tuve hace unos años a quien le costaba mucho pronunciar cierto fonema. Le sugerí anclarse en una sonrisa para ayudarlo en la emisión de ese fonema, pero casi se negaba a sonreír y cuando le pregunté por qué, sus ojos se llenaron de lágrimas y me dijo que de niño cuando se reía su padre le pegaba y le exigía reírse como un hombre. Desde entonces él tenía complejo con su sonrisa. Cuando yo compartí esa historia con este otro actor en este musical le dije que le contaba esto para que supiera que no estaba solo, que muchas veces nuestros obstáculos en la pronunciación están anclados en incidentes o traumas del pasado. Le guié a que respirara profundo, se relajara y confiara. Despues de unas cuantas inhalaciones nos contó que de pequeño él trató de hablar español, pero siempre le decían que estaba pronunciando mal y no lo corregían; y con el tiempo se dio por vencido, y hoy se daba cuenta de que guardaba mucho resentimiento. ¡Ese desahogo fue invaluable! A partir de ese momento la cara le cambió, las vocales brillaban, y hoy él ama sus diptongos y me dice tía. Jamás presumo que el crédito es mío, porque la inspiración viene de arriba, eso lo tengo muy claro. Pero cuando veo que logro ayudar a un actor a conectarse con su voz, en este caso ‘su español’, esa es mi mayor satisfacción”.

Nueva York / Andrés Correa Guatarasma

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