La variación brusca de la tasa del dólar paralelo mantiene a los comerciantes de Barcelona, desde el pasado miércoles, en una incertidumbre porque no saber cómo proteger la mercancía.
“La volatilidad en estos días se manifestó por muchos factores. Se registró más o menos un 10% de devaluación de nuestra moneda nacional y eso hace que el comercio, el sector económico y el mismo ciudadano común estén de brazos caídos”, expresó Wael Raad, presidente de la Cámara de Comerciantes e Industriales del estado Anzoátegui, en la localidad.
Ante la situación, algunos comercios no abrieron sus santamarías este viernes, mientras que en otros, los trabajadores se mantenían pendientes de la tasa del dólar paralelo, en espera de su estabilidad, para trabajar con normalidad.
“Los comerciantes lo que nos dicen es que los proveedores, constantemente, les venden la mercancía al precio del dólar paralelo. Es lo que nosotros hemos tratado de denunciar y alertar para que no esté ocurriendo. Incluso, que el mismo comerciante trate de no recibir mercancía a precio de otra tasa que no sea la oficial, para que puedan vender en esa tasa y mantenerse en el marco legal”, señaló Raad.
Consumidores
Por otro lado, los consumidores también se mantienen preocupados y en alerta por la variación de los precios de los productos, como consecuencia de esto.
Pero esta situación no sólo ocurre en el sector comercial en Barcelona, a la redacción de El Tiempo se comunicó Gilberto Castillo, habitante de Anaco, para denunciar que los costos de los artículos de primera necesidad aumentaron al ritmo del dólar.
“No hay control de nada, los comerciantes no entregan recibo, en la mayoría evaden los impuestos. Si pagas en bolívares, te cobran a la tasa del dólar paralelo, pero si tienen que darte algún vuelto en bolívares, te lo entregan a la tasa del Banco Central de Venezuela. Ellos se manejan a su antojo”.
Otra preocupación que mostró Castillo, y con la cual coinciden algunos consumidores, es que los precios se queden elevados, aunque la tasa del dólar paralelo empiece a disminuir.
Barcelona / Elisa Gómez