Alberto Cañizales se niega a eliminar, nuevamente, la proteína animal de sus platillos, como lo hizo hace tres años por los altos costos. Actualmente en la zona norte de la entidad, un kilo de carne de res tiene un precio estándar de 17 millones de bolívares, más de dos meses de trabajo.
Cañizales asegura que hace todo lo posible para comprarla aunque sea en raciones. Así también, lo hace con otros rubros como pollo, huevos o queso.
El método para rendirla es agregar verduras y hortalizas que cuestan hasta cinco veces menos que la carne.
Manifestó que aunque para sus hijos pequeños no ha sido fácil adaptarse a las papas y zanahorias, las ha ido incorporando a las comidas progresivamente.
“Ellos entienden que esa es la forma más práctica para preparar las comidas ante los altos costos que tienen los rubros proteicos”, comentó.
A Florángel Calma también le ha tocado ingeniárselas para preparar las tres comidas diarias con algo de proteína. En su caso, combina pollo (Bs 8.500.000 el kilo) o carne con ocumo para que rinda para los cinco miembros de la familia.
“Acostumbro comprar una bandeja del producto que sea y adicionalmente compro verduras, berenjenas, plátanos y auyamas para agregarlas al guiso. Para preparar huevos, lo que uso es calabacín”, comentó.
Explicó que apelar a este tipo de técnicas de cocina le ha permitido “estirar” dinero y comida sin dejar de alimentarse con las proteínas que requiere.
“Realmente no pasamos hambre como antes. Gracias a Dios, mi esposo consiguió un trabajo donde gana más que el salario mínimo y una que otra bonificación. Así, sobrellevamos la carga de la nutrición”, acotó.
Barcelona / Milena Pérez